La sentencia considera que sus padres, de 56 y 68 años en el momento del nacimiento, no son capaces de cuidar a la niña. Ambos recurrieron a la fecundación 'in vitro' que fue realizada en el extranjero. Desde su nacimiento fue alejada de los padres naturales y entregada a una familia de acogida.
Casi la mitad de las mujeres que asegura haber tratado de quedar embarazada por lo menos durante un año, logró tener un bebé sin ayuda médica. Esa tasa de embarazo es apenas más baja que la de las mujeres que no pueden concebir y optan por el tratamiento hormonal o por fertilización in vitro (FIV).
La mutilación genital femenina (MGF) es una de las manifestaciones más crueles de violencia contra la mujer. En pleno siglo XXI, son muchos los países que permiten está práctica, amparándose en tradiciones ancestrales y machistas. Además de una violación de los derechos humanos, la MGF supone un peligro contra la salud pública.
El concepto de infertilidad en un sentido estrictamente técnico conlleva gestaciones fracasadas cuyo desenlace es la reabsorción embrionaria o el aborto, debiendo establecerse una frontera con el término "esterilidad", por reflejar este una imposibilidad natural de concepción, bien sea primaria o bien secundaria tras anteriores gestaciones exitosas. En todo caso, se ha generalizado el término infertilidad como representativo de aquellas situaciones prolongadas de impedimento para la procreación.
Aproximadamente una de cada cuatro mujeres detectan una ligera pérdida de sangre ocasionada por la anidación del óvulo fecundado en la pared del útero. Es lo que se conoce como sangrado de implantación. La pérdida puede durar de uno o a tres días, suele ser más leve que el sangrado por menstruación y más oscuro. Se produce en las primeras semanas de gestación, momento en el que el útero está muy irrigado y sangra con facilidad. Al adherirse el embrión en la pared del útero se rompen pequeñas venas y arterias que irrigan normalmente el endometrio, provocando un sangrado. Esto ocurre entre […]