Vivimos en una sociedad cuya máxima es la rapidez. Comemos rápido, trabajamos deprisa y, en consecuencia, dedicamos poco a tiempo a pensar. La inmediatez que demandamos en todos los aspectos de la vida nos ha convertido en seres genéticamente impacientes. De hecho, un estudio británico ha revelado que, de media, no nos gusta esperar más de ocho minutos antes de perder los nervios.
La edad a la que las parejas eligen tener un hijo se ha retrasado.
Expertos del Centro Médico de Reproducción Asistida (CREA) han aconsejado que las mujeres que vayan a recibir tratamiento oncológico preserven la fertilidad antes de iniciar la radioterapia o la quimioterapia porque "los efectos sobre la fertilidad pueden llegar a ser devastadores".
El pequeño curará la grave enfermedad hematológica de su hermano
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