(Daniel Vázquez) A la hora de conseguir tener hijos cuando tenemos dificultades para concebir de forma natural, de todos es sabido que existen muchas opciones, aunque en España poco se comenta sobre una que está prohibida dentro de nuestras fronteras: el vientre del alquiler. Mediante esta práctica, se puede contactar con una madre de alquiler que nos presta su útero para albergar nuestro embrión, que dará lugar a nuestro esperado bebé. Una opción a la que tienen que recurrir hombres solteros, parejas homosexuales y algunas parejas heterosexuales que no han podido conseguirlo con otros tratamientos.
Hoy conocemos el caso de Aurora. Ella conoció a su marido, portador de VIH, en 1993 y por entonces no había mucha información sobre el tema. Se informó y empezaron su aventura para ser padres, con el gran handicap que suponía portar el VIH. Nos cuenta el resto la propia Aurora.
"Empezando pruebas de fertilidad y problemas… triste", "¿Alguien me puede ayudar a interpretar mi antimulleriana?" "Angustiada resultados histerosalpingografía".
Una pareja exige al Servicio Madrileño de Salud 200.000 euros tras haber desaparecido las muestras de semen que permanecían congeladas en un hospital desde hacía 16 años, cuando a él le diagnosticaron un cáncer, para poder tener hijos biológicos en el futuro, algo que ahora será imposible.
Es una práctica prohibida en nuestra legislación, pero los altos precios de los medicamentos usados en los tratamientos de fecundidad están extendiendo una práctica peligrosa: la compra de fármacos sobrantes de otras pacientes. Se anuncian en portales de compra venta e incluso foros de pacientes albergados por las páginas web de las propias clínicas de fertilidad. Después se obtiene el esperma también vía online, de donantes a la carta y sin relaciones sexuales de por medio. Los riesgos sanitarios, advierten los especialistas, son inmensos.