Vivimos en una sociedad cuya máxima es la rapidez. Comemos rápido, trabajamos deprisa y, en consecuencia, dedicamos poco a tiempo a pensar. La inmediatez que demandamos en todos los aspectos de la vida nos ha convertido en seres genéticamente impacientes. De hecho, un estudio británico ha revelado que, de media, no nos gusta esperar más de ocho minutos antes de perder los nervios.
Infertilidad: ¿Riesgo de depresión? El deseo de ser madre y no conseguirlo puede hacernos caer en un estado depresivo. De hecho, según datos médicos, un 10% de las mujeres que se someten a un tratamiento de fertilidad se muestra más vulnerable a padecer un trastorno depresión. En el caso de la ansiedad, los riesgos pueden duplicarse. El apoyo psicológico antes y durante el tratamiento ayudará a aumentar las posibilidades de éxito y a afrontar las dudas, las preocupaciones y la ansiedad.
Cuando se planea tener un hijo es un gran momento de emoción y entusiasmo, pero hay casos en los que por más veces que se intenta, no se logra la tan anhelada meta. En momentos así la pareja se siente confundida y buscan información por todos los medios posibles, incluyendo aquellos que no son expertos en el tema. Este artículo se hace con la intención de informar con claridad sobre los dos problemas que pueden afectar la llegada del tan esperado bebé. Estos son: la infertilidad y la esterilidad. También se ahondará en el punto de determinar cuáles son las diferencias entre ambos.
La implantación embrionaria se conoce como el proceso a través del cual el embrión se ancla en el endometrio, con la finalidad de formar la placenta. Se trata de un mecanismo que permite dar sustento, nutrición y protección al embrión durante la gestación. La implantación comienza al final de la primera semana después de la fecundación del óvulo por el espermatozoide y se extiende hasta el final de la segunda semana (14 días después de la fecundación).
La reserva ovárica es la capacidad de los ovarios para producir óvulos tras ser estimulados.