No tendrá tus ojos, pero tendrá tu mirada. No tendrá tus labios, pero tendrá tu sonrisa....no es mío, lo he leído en otro foro... pero me ha parecido precioso... y tan verdad!!
Yo no he tirado todavía la toalla. Es difícil decir cuando hacerlo. Entran demasiados factores en juego: fisiológicos, emocionales, económicos... Sólo la persona que debe tomar la decisión puede valorar como se combinan en su caso particular todos esos factores. Y lo que es cierto es que, sea cual sea la opción por la que optemos, lo importante es que estemos convencidas al 100%. Pq tanto si funciona como si no, las que tendremos que vivir toda la vida con las consecuencias somos nosotras. Y no podremos culpar a nadie... y aunque pudiésemos... ¿de qué serviría? Igualmente, las que tendremos que vivir con las consecuencias seremos nosotras.
A algunas personas una opción les resulta evidente; a otras les cuesta hacerse a la idea, otros no llegan nunca a asimilarlo. Esto ocurre en todos los ámbitos de la vida, no sólo con la ovodonación. Y tanto respeto y admiración me merece la persona que lo intenta con ovodonación como la que se retira pq cree que no lo va a sentir como un hijo... las dos han sido honestas consigo mismas, una con sus ilusiones y la otra con sus miedos.
Yo en mi caso todavía no he tirado la toalla, y pienso plantar dura batalla hasta el final. El factor a mi favor es que la adopción en mi caso nunca fue un plan b, sino parte de la ecuación = ser madre. Así que, aunque todavía me aferro con uñas y dientes a mis óvulos inmaduros y caducos, he iniciado el proceso de adopción. Y quien sabe, puede que en un par de años leáis en mi firma un embarazo... sea óvulo propio o de hada, si he pasado por 9 meses de gestación, será tan hijo mio como el que espero que llegue un día por la vía de la adopción internacional. Mi sueño siempre fueron 3... quien sabe, a lo mejor aún estoy a tiempo

En mi caso, la única consecuencia con la que no estoy dispuesta a convivir el resto de mi vida, la única solución inaceptable a esta ecuación, es la de no ser madre. Pero cada caso es un mundo, y yo soy especialmente cabezona
