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La gestación, la inseminación y la adopción



“¡Estás loca, eso es antinatural!”. Ese fue el grito que hace unos días propinó un hombre a una mujer que se disponía a entrar en una clínica de inseminación artificial en una de las avenidas más concurridas de Sevilla. Al hombre en cuestión no le importó cuánta gente hubiera alrededor ni cómo se podía sentir la mujer que entraba en la clínica. Simplemente dio muestra de una mentalidad retrógrada que todavía hoy está muy presente en nuestra sociedad.

El problema es que como él hay muchos. La forma en la que las personas se convierten en madres y padres no debería cuestionarse, y hoy en día se cuestiona demasiado. Es una de las decisiones más personales que alguien toma en su vida y es analizada al milímetro por gente que ni conoce a la persona en cuestión. Gracias a la investigación, la ciencia y las nuevas tecnologías en los últimos años se han logrado importantes avances que permiten ser padres a quienes no pueden serlo por diferentes cuestiones. Inseminación artificial, gestación subrogada, acogida o adopción son algunas de las opciones.

Todo esto permite que madres y padres solteros, parejas formadas por hombres y mujeres que tienen problemas para quedarse embarazadas de forma natural o parejas homosexuales, entre otros, puedan vivir la experiencia de la paternidad. Pero aún hay muchas personas que ven todos estos logros como algo antinatural e incluso inmoral.

El problema no radica en el modo en el que se tiene un hijo. En todo caso las trabas se encuentran en la regulación de los diferentes métodos. En lo referente a la gestación subrogada, si se contase con una regulación adecuada que protegiera a la mujer, se convertiría en una buena opción. Si se realizara de forma legalizada no tendría por qué significar la explotación del cuerpo femenino. Por ejemplo, si solo pudieran ser gestantes mujeres con buen nivel económico que no lo hicieran pos salir de una situación de pobreza, estaríamos hablando de una decisión muy diferente a si se hace para sobrevivir económicamente.

En ese caso podríamos diferenciar  entre el vientre de alquiler y la gestación subrogada. Y esta última sería una opción igual de válida que las demás para que los que quieren tener un hijo recurran a ella. En cuanto a la adopción y la acogida se trata de caminos que se convierten en un calvario para quienes están dispuestos a darle una nueva oportunidad a los niños. En nuestro país es casi imposible adoptar y si se recurre a otro país, implica años de lucha hasta conseguirlo. La falta de regulación y el largo proceso exponen a decepciones, mentiras, engaños y estafas.

Esto es indignante y lo que cuesta creer que haya personas que no vean bien que alguien quiera adoptar a un niño para darle mucho amor y una vida mejor. También hay quien tacha de inmoral la inseminación artificial porque solo conciben la gestación de un hijo mediante la unión sexual. Una actitud anclada en el pasado que no quiere evolucionar. Los mismos que critican esta opción suelen criticar el aborto. No se podía esperar otra cosa de ellos.

Por todo esto, repito, lo que nunca debería ser objeto de crítica es la forma en la que alguien decide convertirse en padre. Lo que debería ser objeto de debate son las leyes y normas que deben regular y facilitar los procesos y que ahora mismo lo que hacen es todo lo contrario. Mientras las personas eduquen, cuiden y mantengan a sus hijos no debería cuestionarse la forma en la que hayan formado su familia.

Hay quien tiene hijos porque se siente obligado a ello o quien los tiene sin tener la capacidad para educarles o mantenerles económicamente. Eso sí que es irresponsable e inmoral. Y esto no acaba aquí. Si la decisión sobre cómo tener un hijo es cuestionada, no hablemos de lo que viene después. Lo próximo será la lactancia. A muchos también les da por cuestionar la forma en la que las madres alimentan a sus pequeños. Otro tema que también da para mucho.