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Las adopciones caen al nivel más bajo en 20 años



Las adopciones de menores en Cataluña registran las cifras más bajas de las últimas dos décadas. Las trabas burocráticas, el coste y las mayores exigencias planteadas por países que, tradicionalmente, eran proclives a facilitar la adopción, han hecho caer en picado la estadística. El Instituto Catalán de la Acogida y la Adopción (ICAA) apunta que el descenso “debería ser una buena noticia” pero admite que hay más de 1.000 familias esperando poder adoptar.

Para poder adoptar a un niño hay dos vías posibles: recurrir a la adopción internacional o a la nacional. Ambos canales están igual de saturados, pero no siempre fue así. En 2004 llegaron a Cataluña 1.562 niños adoptados. Procedían de países extranjeros, sobre todo de Rusia y China. El año pasado, el registro se paró en las 153. Son 14 niños más que los que se adoptaron en 2016 y supone el primer incremento de las adopciones internacionales en trece años.

“No es significativo”, valora Agnès Russiñol, directora general del ICAA. Russiñol señala que la tendencia a la baja es “evidente”. Y la celebra: “La adopción siempre es la última oportunidad para un niño, supone romper todos los lazos con su familia biológica”.

En los últimos veinte años han llegado en adopción a Cataluña 16.000 menores. La mayoría lo hicieron entre 2001 y 2006. “No era normal”, dice Russiñol. Opina que el sistema se ha ido reajustando y que “difícilmente” se volverán a rebasar las 200 adopciones anuales. Según el ICAA, en Cataluña hay 479 familias que han superado el primer filtro del proceso, obtener el certificado de idoneidad, y están esperando poder adoptar un menor extranjero.

“Hay que anteponer siempre el derecho del niño o de la niña a vivir mejor y por eso en las adopciones impera el principio de subsidiariedad”, cuenta. Es decir, se hace todo lo posible para que el menor se quede con su familia biológica y, en detrimento, con otra familia de su mismo país. Cruzar la frontera siempre es el último recurso.

Desde 2007 hasta hoy varios países han reformulado su sistema de protección de los niños. Esto ha supuesto, en muchos casos, la optimización de la atención al menor pero, también, mayores trabas y requisitos más exigentes para canalizar las adopciones. “Antes, en nueve meses podías adoptar a una niña en China, ahora se tarda aproximadamente unos diez años”, detalla la directora genera del ICAA. Mayor papeleo y plazos más largos han derivado en un factor desincentivador para muchas familias. A eso se suman los efectos de la crisis económica. Cada país pone sus reglas y fija sus tasas pero tramitar una adopción internacional supone, según el ICAA, un gasto de entre 12.000 y 40.000 euros.

En las adopciones nacionales, es decir, de menores nacidos en Cataluña y que por causas de fuerza mayor son apartados de sus familias y entran en los canales de la adopción, se da una desaceleración parecida. Nunca se han adoptado más de 156 menores en un año, fue en 2008, pero los 62 del año pasado son la cifra más baja en 20 años. La estadística, sin embargo, no muestra tantos altibajos como pasa con la adopción internacional. Las 161 solicitudes registradas en 2017 para adoptar a menores catalanes son el nivel más bajo desde 2001.

2011 marcó un punto de inflexión. El número de familias que estaban en la lista de espera de asignación de un niño tutelado por la Generalitat superó, en más de tres veces, el número de los niños acogidos durante el año anterior (en 2010 fueron 121). Esto motivó que se suspendieran, transitoriamente, los procesos de valoración de las solicitudes de adopción de niños tutelados en Cataluña, para evitar que se desvirtuara el proceso de valoración por el paso del tiempo.

Desde julio de 2011, las familias que quieren adoptar un niño tutelado por la Generalitat pueden presentar su solicitud ante el ICAA, pero no se procede a su valoración. Entre 2011 y 2017, el número de familias declaradas idóneas para adoptar y que estaban en espera de asignación cayó de las 900 a las 100. Algunas, las menos, terminaron adoptando a un niño pero muchas otras decidieron, de manera voluntaria, cerrar su expediente. Oxigenadas las mesas de evaluación, el ICAA trata de retomar el examen de las solicitudes acumuladas entre 2011 y 2017. Hay casi setecientas familias esperando a ser valoradas.