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MARTREY: “Siempre haz caso a lo que te diga tu corazón”



Mi problema creo que empieza desde que nací, puesto que ya nací manchando y a los 5 años volvio a repetirse; como era muy pequeña para el desarrollo, me pusieron un tratamiento y me cortaron la regla, tanto que me llego con 16 años.
Mi madre al ver que las hijas de las amigas se habían desarrollado pronto, y yo no, decidio de llevarme a ginecólogos y ahí descubrimos que tenía quistes de ovarios, pero me dijeron los ginecólogos que con un tratamiento de anticonceptivos no habría problemas.

Conocí a mi marido a los 16 años y cuando yo tenía 27 nos casamos, muy ilusionados y felices. Como toda pareja, decidimos tener hijos, y a los dos meses me quedé embarazada. Era lo más grande que me había pasado, felices se lo dijimos a la familia, era el primer nieto (o nieta) por ambas partes… Después nos dirían que eran dos, pintamos su dormitorio, todo listo y preparado para la llegada de mis niñas, pero desgraciadamente cerca de los 5 meses, me dio una hemorragia muy fuerte, y las perdí. Nunca supieron decirme el motivo, simplemente mala suerte.

Caí en una depresión muy grande y pronto me quedé embarazada de nuevo… Los médicos le dijeron a mi marido que lo mejor era otro bebe cuanto antes, y que no tenía porque volver a pasar más, que una vez le pasa a cualquiera, pero desgraciadamente no fue así, y aunque estaba de casi 3 meses, lo volví a perder, así hasta cinco veces más, y entre ellos tuve un embarazo ectópico que un poco más y me cuesta la vida. Mi vida me la dejó seguir, pero la trompa se la llevó y volví a caer en una depresión grandísima, cogí pánico a tener la regla, me pensaba que todos los meses me vendría una hemorragia, y era tanto mi miedo que me tenía que ir a dormir a casa de mi madre cuando estaba con ella.

Al tener la regla, yo evitaba de salir de mi casa, por si me pillaba en la calle, y así fue como me metí en una espiral de fobia generalizada a la calle, estuve 6 años recluida en mi casa, solo salía lo preciso y acompañada, lógicamente dejé de ir a bodas, bautizos, comuniones, o simplemente a ir a comer o cenar con mi marido, perdí mucha gente en el camino, que no llegaron a entender mi problema, pensar en salir era descomposición de vientre, o mareos continuos, estuve de psiquiatras, psicólogos, etc…, hasta que poco a poco fui saliendo de esa batalla, pero ahora empezaba mi verdadera batalla que era mi lucha con la Seguridad Social.
Cuando perdí a mis niñas, fui por primera vez a Infertilidad del Materno, y dijeron que mi problema era solo mala suerte, ni siquiera me miraron, solo hasta que tuve el tercer aborto, que empezaron a hacerme pruebas, pero como según ellos no encontraban nada pues que me tomara Omifin y siguiera buscando. Yo les decía una y otra vez que me hicieran un tratamiento, que quería ir a lo seguro, pero ellos nada, que “buscara”, que yo era muy fértil, que más adelante, así llegue hasta el sexto aborto, y cuál fue mi sorpresa que me echaron de la lista, porque me dijeron que ahora es cuando no me hacían nada porque al igual que yo perdía mis embarazos naturales, más lo perdería en tratamientos, y era malgastar el dinero en mí.

Luché y moví cielo, mar y tierra, y el director del hospital me dijo que si yo quería hacerme un tratamiento, era con donantes, ya fuera de óvulos o de esperma. Como él sabía que yo era reacia a dicho tratamiento, pues fue lo único que me ofreció, cuando también se me podía haber hecho un DGP. Pero como no me quedaba otra… acepté; él no se lo esperaba, y me hizo un papel, que para cuando pasara el verano me lo haría, aunque para mí no era el tratamiento que yo esperaba, estaba ilusionada de que pasara el verano, yo quería ser madre y solo me importaba eso.

Llegó septiembre, acudí muy contenta para empezar mi tratamiento, pero cuál fue mi sorpresa cuando me dijo que las normas habían cambiado y yo no estaba en la lista.

Como mi historia es muy larga de contar, en resumidas cuentas, seguí luchando y moviendo todos los hilos que pude… y gracias a la televisión, periódicos y más medios, conseguí que me hicieran dos tratamientos, y como yo ya sabía, no me quedé, pero gracias a todo esto, conocí un maravilloso médico de Sevilla, el Dr. Navarro. Gracias a él y su investigación exhaustiva de mis problemas y mi cuerpo conseguí ser madre de mis dos preciosos mellizos con mis propios óvulos.

Con todo esto quiero decir que por mucho que os digan los médicos, que no sirves, o eres vieja, tenéis que hacer lo que os diga vuestro corazón y seguir adelante.