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Grasas de origen animal.



Las grasas son la clave para la salud reproductiva y tienen un impacto significativo en los niveles hormonales. Mientras que el consumo de Ácidos Grasos esenciales de origen vegetal impulsan los niveles hormonales y de fertilidad, las grasas de origen animal y grasas cocidas interfieren con el funcionamiento de las membranas celulares y pueden causar un aumento excesivo en los niveles de estrógeno.
 
Diferentes estudios realizados con mujeres, tanto pre como post-menopáusicas, que disminuyeron de su dieta la ingesta de grasa cocida animal, de 40% a sólo el 20%, dieron por resultado una considerable disminución de la circulación de estrógeno en sangre. Se ha descubierto que, además de impulsar la fertilidad, una dieta con bajo contenido de grasas animales previene el cáncer de mama y otras patologías relacionadas con las hormonas que necesitan de un exceso de estrógeno para expandirse.
 
En cuanto a los hombres, varios estudios han indicado que la ingesta de comidas grasas disminuye el apetito sexual y las hormonas sexuales, ya que causan una disminución de la testosterona. Las comidas grasas implican un alto riesgo para el aumento de peso, y consecuentemente, la obesidad, causa un aumento del estrógeno y una disminución en los niveles de testosterona.