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El tabú de la infertilidad lo mostró Federico García Lorca hace 80 años en una obra



Todavía hoy, en las clínicas de fertilidad, es habitual ver a un hombre en la sala de espera al que solo le falta poner un cartel para dejar claro que él no tiene problema alguno y que es su pareja la que no puede tener hijos. El tabú de la infertilidad lo mostró Federico García Lorca sin tapujos hace 80 años con el estreno de Yerma, una obra que fue calificada en su momento como pornográfica y que centra la exposición que se inauguró ayer en la Casa-Museo de Fuente Vaqueros dentro de los actos del 5 a las 5, que premió al periodista granadino Tico Medina con el Pozo de Plata, uniendo su nombre al de otros galardonados como Enrique Morente o Claude Couffon. 

El acto del 116 aniversario del nacimiento de Lorca y el 80 cumpleaños del alumbramiento de Yerma se juntaron en el granero de la casa de Fuente Vaqueros en una exposición comisariada por el artista Alejandro Gorafe y que gira en torno a cuatro actrices que se han metido en la piel de la protagonista en distintas décadas y que de alguna manera han fijado los cánones de la sufrida mujer rural: Margarita Xirgu, Aurora Bautista, Nuria Espert y Silvia Marsó. “Estas actrices están representadas en la muestra a través de fotografías de las actuaciones, documentos como discos en los que recitan los textos lorquianos o recortes de prensa”, explica Alejandro Gorafe. 

El 29 de diciembre de 1934 Federico García Lorca estrenó Yerma en el Teatro Español de Madrid. Contaba para el papel estelar con la popular actriz Margarita Xirgu, que ya había interpretado a la heroína Mariana Pineda y que junto al poeta granadino formaba un tándem que era sinónimo de éxito, con decorados de José Caballero, autor también del primer cartel de la obra. “El estreno fue muy polémico, era la primera vez que Lorca ponía voz a una mujer que era símbolo de otras muchas mujeres”, dice Gorafe. 

Aurora Bautista estrenó su Yerma en 1963 con dirección de Luis Escobar en el teatro Eslava de Madrid. “Hizo un papel muy desgarrado, era una actriz con mucha fuerza con un personaje que va creciendo en intensidad en la obra”, continúa el comisario de la muestra, que ha conseguido llevar a Fuente Vaqueros los carteles que José Guerrero firmó para el Yerma que interpretó Nuria Espert en 1971. El pintor granadino también fue el encargado de realizar el telón de fondo de la puesta en escena, con su lienzo La Brecha de Víznar en un formato de ocho metros por diez metros, imagen que también se utilizó para la portada del disco y los carteles. En 1986 volvió a reestrenar la en España con motivo del 50 aniversario del fusilamiento del poeta y otro 50 aniversario, en esta caso del estreno de Yerma en el Teatro Español, se plasmó en un gran homenaje en el que participaron Ana Belén, Lola Flores, Antonio Gala o Lole y Manuel, “un acto que tuvo una gran repercusión porque se grabó un disco en el que cada uno de los participantes recitó un fragmento de la obra”. 

La muestra incluye entre otros documentos una fotografía de Margarita Xirgu cuando está en pleno estrangulamiento de su marido al rechazar la oferta de la vieja pagana de utilizar a su hijo como semental. “Cada una de estas actrices aporta su personalidad porque son mujeres de carácter”, resume Gorafe sobre Margarita Xirgu, la pionera, Aurora Bautista y su valentía en los heroicos sesenta, Nuria Espert y su vuelta de tuerca en los setenta y, hace apenas unos meses, Silvia Marsó en el Centro Dramático Nacional en una obra con música de Enrique Morente dirigida por el desaparecido Miguel Narros y que también recoge la exposición inaugurada ayer. 

Además de documentos históricos, la muestra recoge la instalación artística que Gorafe ha planteado en los cristales de los balcones de la Casa-Museo de Fuente Vaqueros, donde ha instalado unos vinilos que muestran un patio de butacas vacío. Pero cuando el espectador entra en la sala se introduce al mismo tiempo en un escenario en mitad del patio de butacas y rodeado del universo Yerma con los objetos que integran la exposición. En el centro de la muestra, un hombre con atributos animales y, concretamente, una cabeza de cabra, mira al visitante “para simbolizar al macho de la obra lorquiana, el hijo de la vieja pagana que sostiene una raíz en la mano que está como arrancada de la tierra para simbolizar la maternidad frustrada al decidir no acostarse con ese hombre”. Según Gorafe, “cuando se estrenó la obra el hombre nunca tenía el problema, siempre era la mujer, algo que perdura todavía pero Federico fue quien le puso voz en aquella época, con lo que tacharon la obra de indecente y a Margarita Xirgu de roja y de ahí para arriba”. 

Por otro lado, en los balcones que dan al patio ha instalado unas imágenes que recrean la romería del Cristo del Paño de Moclín en la que Federico se inspiró para escribir la obra. “El trasfondo de esta celebración es una fiesta pagana en la que la gente bebía y se emborrachaba durante días y al final acababa en una bacanal. De hecho, muchas mujeres que iban a pedirle al Cristo del Paño quedarse embarazadas cumplían su deseo, pero no por un milagro divino, sino que habían tenido la suerte de conocer a alguien que la había dejado preñada”, cuenta Gorafe sobre la ‘cara b’ de los encuentros populares. “Pero Lorca sigue teniendo vigencia, entre otras cosas, porque el teatro se ha seguido acercando a su obra con ópticas renovadas”, concluye Gorafe.