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Es solo una máquina pero responsable de muchas vidas



El primer bebé ‘probeta’ de Galicia nació a finales de los años 80 gracias a que los médicos pudieron desarrollar el embrión en un incubador de células destinado a esta función. Esta máquina, que ya forma parte de la historia científica de Galicia, podrá verse desde ahora en el Museo Nacional de Ciencia y Tecnología de A Coruña, gracias a la donación realizada por la Maternidad Belén. El incubador llegó a este hospital coruñés en 1987, cuyo laboratorio de fecundación in vitro fue uno de los primeros a nivel estatal

Es solo una máquina, pero responsable de muchas vidas y supuso una revolución para la medicina gallega. El primer incubador de células de Galicia hizo que muchas parejas con problemas a la hora de tener hijos no tuviesen que desplazarse a otra comunidad para cumplir su sueño de ser padres. Este aparato, que llegó en 1987 a la Maternidad Belén de A Coruña, permitió incubar los embriones de los primeros bebés gallegos que fueron concebidos mediante fecundación in vitro. Forma parte de la historia científica de Galicia y por ello, desde ahora, podrá verse en el Museo Nacional de Ciencia y Tecnología de A Coruña (Muncyt) gracias a la donación de la máquina por parte del Belén. “No es solo un aparato médico, es una máquina que contribuye a la magia de la vida, una muestra inequívoca de la repercusión directa que la tecnología tiene en nuestro día a día”, señaló ayer el director del Muncyt, Ramón Núñez, durante el acto de entrega de este aparato.

Este equipo formó parte del primer laboratorio de fecundación in vitro que existió en Galicia y que también fue uno de los primeros a nivel estatal. “Es un incubador para el cultivo prolongado de células y tejidos biológicos con el que se intenta simular la atmósfera y las condiciones en las que se encuentran nuestras células en el cuerpo humano, con el objetivo de que puedan crecer y desarrollarse fuera de él”, indicó ayer la directora del laboratorio de fecundación in vitro del Belén, Paloma Ron, quien recordó que “cientos de preembriones” iniciaron su desarrollo en esta máquina, lo que dio origen al nacimiento de decenas de niños gallegos.

Un cuarto de siglo después, los aparatos actuales han evolucionado muchísimo para mejorar las condiciones de cultivo y seguridad. “Han perdido tamaño para que la recuperación de las condiciones sea más rápida, se redujo el oxígeno para lograr una atmósfera más fisiológica y se han individualizado los compartimentos”, señala la doctora Ron, quien añade: “Además, los nuevos modelos están dotados de cámaras de vídeo que permiten observar los embriones sin tener que extraerlos del incubador”. Todo ello, según los expertos, ha permitido mayores niveles de éxito a la hora de conseguir el embarazo. Pero no solo las máquinas han avanzado, las ciencias de reproducción asistida también, lo que obliga, según Ron, a la continua formación del personal sanitario. Todo para mejorar la asistencia sanitaria.