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Veinticinco años de embriones congelados



El primer intento terminó en fracaso, por lo que, tres meses después, los profesionales del Instituto Dexeus de Barcelona decidieron implantar a la paciente los dos embriones que aún permanecían congelados. Treinta y ocho semanas después, nació Alejandro.

Desde entonces, las técnicas de reproducción asistida «han evolucionado bastante», según ha explicado a Servimedia, Dolores Lozano, embrióloga de la Unidad de Genética, Reproducción y Medicina Fetal del Hospital Virgen del Rocío de Sevilla. Esta evolución ha permitido posicionar a España entre los países punteros en la aplicación de la reproducción «in vitro»: 3 de cada 100 niños españoles nacen gracias a ella.

Para la congelación de embriones, en concreto, se ha pasado de la «congelación lenta» a la vitrificación, un procedimiento basado en una congelación ultrarrápida que «ha revolucionado la preservación de embriones».

Según esta experta, las posibilidades de conseguir un embarazo mediante la congelación lenta de embriones ronda el 20 % de los casos. Con la vitrificación, «las tasas de éxito mejoran bastante, incluso hasta duplicarse». Además, esta novedosa técnica eleva las tasas de supervivencia del embrión tras el proceso de congelación y descongelación al que es sometido.

Según Francisco González, presidente del Comité Científico de la Asociación Nacional de Clínicas de Reproducción Asistida (Anacer), la tasa de supervivencia del embrión se sitúa en torno al 97 % con la vitrificación, frente al 30-50 % que ofrece la congelación lenta.

Quiénes recurren a la reproducción in vitro

La reproducción asistida se aplica habitualmente a parejas que, tras un año intentando concebir, no lo consiguen. La infertilidad afecta al 15 % de las parejas en edad reproductiva de nuestro país. «Se considera que son, en principio, estériles, y se recurre a la reproducción asistida», cuenta la doctora Lozano.

La política del Hospital Virgen del Rocío de Sevilla, centro en el que trabaja, obliga a sus profesionales a no transferir más de dos embriones en un solo ciclo (para evitar embarazos múltiples), aunque la ley permite implantar hasta tres embriones en un mismo ciclo. «Cuando se transfieren esos embriones y quedan embriones sobrantes, los congelamos para intentos posteriores. Si la mujer se quedara embarazada, podría recurrir a ellos en un futuro para aumentar su familia. Mientras la pareja no diga lo contrario, esos embriones les seguirán perteneciendo», añade Dolores Lozano.

3 de cada 100 niños

Según el Libro Blanco sociosanitario sobre la Infertilidad en España, elaborado por la Sociedad Española de Fertilidad (SEF), tres de cada 100 niños españoles nacen ya mediante técnicas de reproducción asistida. Esto supone que en nuestro país nacen cada año unos 7.000 niños gracias a estas técnicas. De ellos, entre el 10 y el 15 % proceden de embriones criopreservados.

Lo que dice la Ley

Según la Ley de Reproducción Asistida, las parejas pueden conservar sus embriones congelados hasta el fin de la etapa reproductiva de la mujer o, lo que es lo mismo, hasta el comienzo de la menopausia. «Ése es el tiempo en el que, por ley, la mujer puede mantener congelados su embriones, y puede venir a por ellos cuando quiera», reitera Lozano.

En ese periodo de tiempo (que puede alcanzar varias décadas), las parejas tienen que renovar periódicamente su decisión «sobre qué quieren seguir haciendo con sus embriones». Si no los quieren conservar para uso propio, pueden elegir otras opciones: donarlos a proyectos de investigación o a otras parejas. La última opción es el cese de la conservación.

Además, la ley marca otras condiciones. Los centros públicos, por ejemplo, no cubren ciertas prestaciones a las que sí se puede optar en un centro privado, como la congelación de ovocitos por motivos sociales (como retrasar la edad de maternidad por motivos laborales). En los centros públicos solo se puede acceder a estas técnicas por razones médicas.

Diferencias de centros públicos a privados

La embrióloga Dolores Lozano asegura que la calidad de los procedimientos y los recursos disponibles para aplicar las técnicas de reproducción asistida «son muy similares» entre los centros públicos y los privados. «A nivel asistencial», reconoce que hay diferencias en la población atendida, porque «los públicos atienden a la población en general y, los privados, a quien se lo pueda permitir».

En cuanto a los costes, Francisco González, de Anacer, ha explicado a Servimedia que el precio de cada tratamiento «varía según la técnica empleada», y oscila entre los 400-500 euros por Ciclo de Inseminación Conyugal y los 5.000-6.000 euros por Ciclo de Donación de Óvulos.

Los costes de medicación se sitúan entre los 800 y los 900 euros, dependiendo de los casos. Antonio Requena, director médico del Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI), considera que, «en general, en España se ofrece una medicina reproductiva de calidad». Sin embargo, cree que «existen mejores tasas de embarazo en los centros privados»

Próximos pasos

Dolores Lozano, del Hospital Virgen del Rocío, confía en que estas técnicas avancen hacia la transferencia de un único embrión, sin que se vean mermadas las posibilidades de éxito. «A medida que se van conociendo los indicadores que orientan sobre la calidad de los embriones, lo que se intenta es no transferir más de uno. Así, evitaríamos todos los embarazos múltiples: No solo los de tres fetos, también los de dos», afirma.

Además, esta doctora señala que «se están dando muchísimos avances» en el ámbito de la genética, en el marco de los programas de diagnóstico genético preimplantatorio. En los últimos años, el Hospital Virgen del Rocío ha conseguido que nazcan dos bebés libres de enfermedades genéticas hereditarias para curar a hermanos enfermos.

En el IVI, por su parte, trabajan para «conocer mejor al embrión, con el fin de seleccionar aquellos con alta capacidad de implantación», y para «detectar enfermedades hereditarias en los embriones, descartar los enfermos y transferir solo los sanos«. «Los progresos tecnológicos y el aumento de la demanda serán las claves del futuro. Ambas cosas son casi seguras», concluye Francisco González, presidente del Comité Científico de Anacer.