Hace dos años, Carolina se sometió en el Hospital Regional a una compleja técnica en quirófano con la que le extirparon el cuello del útero por un cáncer de cérvix, pero conservaron su aparato genital. El objetivo era ser radicales con el tumor pero preservar su fertilidad. “Pasé de la noche al día -asegura ahora-, de verlo todo negro y tener por delante un futuro incierto a encontrar una luz al final del túnel”.
La intervención, denominada traquelectomía radical laparoscópica, consiste en la extirpación total del cuello uterino, parte de la vagina y los ganglios de la pelvis con cirugía mínimamente invasiva, conservando el cuerpo uterino, las trompas y los ovarios, según han relatado desde el Gobierno andaluz a través de un comunicado.
Durante la operación, además, los cirujanos hicieron una biopsia selectiva de ganglio centinela de los linfáticos pélvicos por vía laparoscópica transperitoneal, con la intención de confirmar la ausencia de la enfermedad en los ganglios extirpados y en el borde quirúrgico. Después realizaron la reconstrucción del aparato genital, anclando el útero al borde vaginal.
El director de la Unidad de Gestión Clínica de Ginecología y Obstetricia del centro malagueño, Jesús Jiménez, ha calificado este tipo de intervenciones como “uno de los mayores retos” de cualquier cirujano ginecológico. Esta técnica, ha incidido, solo puede llevarse a cabo en hospitales “con un alto grado de especialización y con un equipo multidisciplinar”.
“Nuestro servicio se posiciona como uno de los punteros del país tanto en la implementación de la técnica quirúrgica como en el seguimiento y cuidados prenatales en estas gestaciones tan especiales y de alto riesgo”, ha asegurado.
Tras la intervención, y una vez que los controles posteriores confirmaron la ausencia de enfermedad tumoral, el siguiente objetivo era lograr la gestación, un deseo que Carolina había planteado previamente a los profesionales que iban a operarla. “Si en estos casos no se produce embarazo natural, se recurre a técnicas de reproducción asistida“, ha explicado el doctor.
En esta ocasión no fue necesario, y desde que se consiguió el embarazo espontáneo, se diseñó en el centro un completo programa de control y seguimiento. La noticia de que su hija venía de camino marcó “un antes y un después” para ella. “La recuperación de la operación fue dura al principio, pero pasó rápido, porque de repente cambió mi vida y dejé eso atrás”, recuerda. “Cuando me enteré, la alegría fue muy grande, no podía parar de llorar, estuve emocionada desde el minuto uno”, rememora.
La hija de Carolina nació el pasado mes de octubre a las 33 semanas de gestación. Es un bebé sano y sin complicaciones, aunque dado que fue prematura, tuvo que pasar por la Unidad de Neonatología para madurar sus pulmones. Solo existe una veintena de casos de estas características en la sanidad pública española, por lo que su nacimiento es un hito de la Ginecología malagueña y andaluza dados su complejidad y su éxito.
Seguimiento exhaustivo
Las pacientes sometidas a este tipo de intervenciones presentan un riesgo elevado de parto prematuro como consecuencia del acortamiento del cuello uterino y de la falta de moco cervical, que podría facilitar una infección ascendente. Ante ello, el servicio de Ginecología y Obstetricia del hospital planificó un calendario de controles prenatales en la Unidad de Alto Riesgo Obstétrico para realizar un seguimiento estrecho y periódico.
La doctora Susana Monís, especialista en Ginecología y Obstetricia del centro, confirma que las complicaciones en este tipo de embarazos comienzan a producirse a partir del segundo trimestre, por lo que requieren controles muy individualizados.
Actualmente, existen muy pocos casos documentados en la literatura científica de embarazadas que se hayan sometido a una traquelectomía radical previa, por lo que no existe un protocolo estandarizado. En el caso de Carolina, el seguimiento fue muy estricto. Se le realizaban ecografías cada dos semanas y, tras la semana 28, se fueron acortando, a la vez que se le efectuaban mediciones y cultivos para estudiar posibles infecciones.
La gestación transcurrió dentro de la normalidad, aunque requirió de intervenciones y cuidados específicos, como la disminución de la actividad física y recomendaciones de alimentación e higiene más exhaustivas. “He tenido que guardar reposo absoluto, no sabíamos cuánto iba a poder aguantar el peso del bebé, y ha ido todo muy bien aunque no haya podido llegar a término”, ha asegurado la joven.
Cuando se llevó a cabo la operación oncológica de la joven, se le realizó un cerclaje profiláctico, esto es, un punto de sutura para cerrar el canal de entrada al útero con el fin de evitar sangrados y el ascenso de gérmenes desde la vagina, además de abortos en caso de embarazos. A partir de la semana 18 se le colocó también un pesario cervical (anillo de silicona) para prevenir el parto prematuro.
Rotura prematura de la bolsa
Sin embargo, en la semana 33 se produjo la rotura prematura de la bolsa amniótica, por lo que los expertos decidieron finalizar la gestación mediante cesárea.
“Ha sido indescriptible quedarme embarazada y tener a mi hija”, ha señalado, apuntando que “en todas las ecografías me emocionaba, no me lo terminaba de creer. Hasta el momento del nacimiento no he sido consciente de que era una realidad, de que ya tenía a mi bebé”.
Han incidido en que “la excelencia del servicio de Obstetricia y Ginecología del Hospital Regional ha hecho posible su sueño”. El dispositivo está integrado en un complejo hospitalario de atención de alta complejidad tanto materno-fetal como de asistencia oncológica.
“Gracias a ello, hemos podido abordar de forma aunada el tratamiento oncológico conservador de tumores ginecológicos con técnicas avanzadas, tanto endoscópicas como laparoscópicas, en las que nuestro servicio es referente autonómico y nacional”, ha indicado su responsable.
De igual forma, “se requiere un soporte de unidad multidisciplinar de un comité de tumores ginecológicos que garantiza el manejo de la patología tumoral con todas las garantías, como es el caso del tratamiento conservador”, ha dicho.
Detección temprana
El cáncer de cuello uterino puede ser diagnosticado en etapas tempranas de la enfermedad gracias a la detección precoz y los programas de cribado.
La intervención realizada a esta joven está indicada siempre y cuando la paciente cumpla criterios como el deseo de preservar la fertilidad, la confirmación de cáncer de cérvix, la existencia de un carcinoma invasivo epidermoide, adenocarcinoma, o adenoescamoso, y un tamaño tumoral inferior a dos centímetros.
Además, el proceso oncológico debe hallarse en una etapa incipiente, el tumor estar limitado a cérvix y haber sido confirmado por resonancia magnética nuclear preoperatoria. El límite de edad es de 40 años y la paciente no puede presentar metástasis en los ganglios linfáticos pélvicos.
El Materno Infantil de Málaga dispone de cuidados perinatológicos y neonatales de primer nivel, lo que garantiza un seguimiento personalizado materno-fetal y neonatal para este tipo de gestaciones de alto riesgo.
Durante el primer trimestre del embarazo, los síntomas van y vienen, como las subidas y bajadas en una montaña rusa. Es este un buen símil para explicar cómo se sienten las mujeres embarazadas en esas primeras semanas. Náuseas, mareos, vómitos, dolor de cabeza, hipersensibilidad en los pechos, cansancio y malestar se pueden mezclar con días tranquilos, tanto que hasta la propia gestante se olvida por momentos de que lo es.
De todos los síntomas, seguramente el que más ansiedad o despiste genera, dependiendo de si el embarazo es buscado o inesperado, es el sangrado de implantación.
El motivo es que se confunde a menudo con la menstruación porque coincide en fechas al producirse entre los seis y diez días posteriores a la fecundación. Al producirse muy al comienzo del proceso, la duda asalta a quien lo padece. Y esta bien especificar esto último porque no tiene por qué producirse en todos los embarazos; de hecho, solo se da en una de cada cuatro mujeres embarazadas aproximadamente.
Diferencias con la regla
El sangrado de implantación suele durar de uno a tres días, y las dos grandes diferencias con la regla es que es, generalmente, más leve y también más oscuro. Como decíamos, se produce en las primeras semanas de gestación, algo que tiene lógica si atendemos al nombre del síntoma, ya que tiene lugar cuando todavía no está completamente implantado el útero. Es importante, para salir de la duda de si es embarazo o menstruación, escuchar al cuerpo en busca de algunos de los síntomas mencionados al comienzo del texto que también podrían aparecer desde tan pronto.
En concreto, lo que desencadena el sangrado es la anidación del óvulo fecundado en la pared del útero. Dicho de otro modo, cuando el embrión se adhiere a la pared del útero, se rompen pequeñas venas y arterias que irrigan el endometrio, lo cual genera un sangrado. Este puede ser más o menos intenso, hasta el punto de que perfectamente puede no existir. Es más, esto último es lo más habitual estadísticamente hablando. Y no hay precedente que indique si se producirá o no en embarazos posteriores al primero; es totalmente independiente.
Una vez el sangrado desaparece en caso de haberse producido, a los catorce días de la fecundación, el embrión está perfectamente acomodado en el lugar en el que se desarrollará hasta convertirse en un feto que nueve meses después, aproximadamente, estará listo para nacer.
Por lo tanto, pese a que la sangre siempre genera alarma, y en este caso también incertidumbre, el sangrado por implantación no es un síntoma por el que haya que preocuparse salvo que se produzca en una proporción excesiva. Es algo habitual, que se produce a causa de un proceso natural que puede conllevar que se sangre, y puede pasarte incluso si no fue así en embarazos anteriores.
Su embrión fue congelado a finales de 1992 y permaneció así hasta febrero de 2020, cuando Tina y Ben Gibson, en el estado de Tennessee (EE.UU.), la adoptaron.
Por ello se estima que Molly estableció un nuevo récord para el embrión congelado por más tiempo que dio lugar a un nacimiento, superando la marca de su hermana mayor, Emma, quien nació dos años antes.
“Estamos en la luna, todavía siento que me ahogo”, señaló Tina Gibson tras el segundo nacimiento.
La mujer explica que ella y su pareja lucharon contra la infertilidad durante casi cinco años antes de conocer más sobre la adopción de embriones.
“Si me hubieras dicho en ese entonces que no tendría solo una niña, sino dos, te habría dicho que estabas loco”, indicó.
La pareja entró en contacto con el Centro Nacional de Donación de Embriones (NEDC, por sus siglas en inglés), una organización cristiana sin fines de lucro de la ciudad de Knoxville que almacena embriones congelados donados por pacientes de procesos de fertilización.
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Familias como los Gibson pueden adoptar uno de los embriones no utilizados y dar a luz a un niño que no está relacionado genéticamente con ellos.
Se estima que hay un millón de embriones congelados almacenados en EE.UU., según el NEDC.
Mark Mellinger, director de marketing y desarrollo de la entidad, afirma que la experiencia con la infertilidad es común entre las familias que buscan donaciones de embriones.
“Yo diría que probablemente el 95% ha tenido algún tipo de infertilidad“, dijo.
“Nos sentimos honrados y privilegiados de hacer este trabajo y ayudar a estas parejas a hacer crecer sus familias” añadió.
Después de la primera adopción de un embrión, Tina Gibson dio a luz a Emma en 2017, cambiando las noches de insomnio orando por tener hijos por los desvelos relacionados con la maternidad.
“Es el mejor tipo de cansancio “, asegura.
La adopción
Fundada hace 17 años, la NEDC ha facilitado más de 1.000 adopciones de embriones.
De manera similar a un proceso de adopción tradicional, las parejas pueden decidir si les gustaría una adopción de embriones “cerrada” o “abierta”, lo que permite algún tipo de contacto con la familia del donante.
A las parejas se les presentan entre 200 y 300 perfiles de donantes, junto con los historiales demográficos de las familias.
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Los Gibson, por ejemplo, buscaron un hijo durante tanto tiempo que las opciones les resultaron abrumadoras.
“No nos importaba cómo sería el bebé o de dónde venía”, afirmó Tina Gibson.
“Mi esposo y yo somos personas más pequeñas (de estatura), así que lo analizamos y lo reducimos por altura y peso y buscamos algo similar al nuestro “, explicó.
Las hijas de los Gibson, Molly y Emma, son hermanas genéticas.
Ambos embriones fueron donados y congelados juntos en 1992, cuando Tina Gibson tenía alrededor de un año.
Según el NEDC, el embrión de Emma de 24 años era el más antiguo de la historia que había dado lugar a un nacimiento, hasta que llegó Molly este año.
Emma ama a su hermana pequeña, según relatan sus padres.
“Ella le presenta a cualquiera que la ve como ‘mi hermana pequeña Molly'”.
Por ello Tina está encantada de ver las similitudes entre sus hijas, incluida una pequeña arruga entre las cejas cuando están enojadas o molestas.
Según la NEDC, la vida útil de los embriones congelados es infinita.
Sin embargo, el plazo está limitado por la tecnología.
“Es muy posible que algún día haya un embrión de 30 años que nazca”, indica Mellinger.
Otra de las imprescindibles obras de ficción cinematográfica que giran en torno a la infertilidad. Ganadora de un Óscar a Mejor guión original y del prestigioso premio del Writers Guild of America Awards a Mejor guión original y nominada a varios Oscars más, Globos de Oro, BAFTAS y otros más como los Critic’s Choice Awards.
Dirigida por Jason Reitman y producida, entre otros, por John Malkovich, cuenta con el guión original de Diablo Cody, una guionista y blogger americana que se basó en su experiencia personal y la de su entorno para confeccionar la historia de la película.
Juno MacGuff (Ellen Page), una adolescente de dieciséis años de Minnesota, descubre que está embarazada de su amigo, Paulie Bleeker (Michael Cera). Aunque inicialmente decide abortar, en el último momento opta por dejar nacer al bebé y darlo en adopción a una pareja. Con la ayuda de su amiga Leah (Olivia Thirlby), Juno busca en el diario Pennysaver y encuentra a una pareja que cree que le dará un hogar cómodo. Junto a su padre, Mac (J. K. Simmons), Juno se encuentra con la pareja -con problemas de infertilidad-, Mark y Vanessa Loring (Jason Bateman y Jennifer Garner), en su costosa casa y arreglan una adopción privada.
En muchas ocasiones la solución al problema de infertilidad es más simple, económico y obvio. Está demostrado que mantener un peso ideal es vital para incrementar las posibilidades de éxito en la búsqueda del embarazo.
Perder unos kilos o ganarlos puede llegar a ser la única solución para concebir. Sobre todo en las mujeres.
La grasa acumulada en tus muslos, caderas o abdomen no sólo sirve para que estés descontenta con tu imagen. Esta grasa es metabólicamente activa. Las células grasas de tu cuerpo se comunican con él a través de las hormonas leptina e insulina diariamente. De esta forma, tu cerebro sabe cuánto se ha acumulado y qué cantidad es capaz de reemplazar por nutrientes y así mantener un embarazo o dar el pecho a un bebé.
La hormona grelina se segrega a través de las paredes del estómago y es la responsable de comunicarse con el cerebro para iniciar la liberación de la hormona del crecimiento y estimular el apetito.
El cuerpo monitoriza el peso y sabe que si no hay grasa suficiente para llevar a cabo un embarazo, no será factible la concepción.
Debes fijarte en tu Índice de Masa Corporal (IMC) para saber si tu cuerpo está dentro de los límites óptimos. Puedes calcularlo facilmente dividiendo tu peso por el cuadrado de tu altura en metros. Puedes encontrar una utilidad en esta web.
Un IMC de entre 20 y 24 en mujeres es lo óptimo para lograr un embarazo. Si estás entre 25 y 27 las posibilidades se pueden ver reducidas. En el caso que tu IMC esté entre 17 y 19, las probabilidades de ser sub-fértiles se acentúan si tu periodo sea irregular o ausente. En este caso, aumentando unos kilos de peso para alcanzar el IMC de 20, las posibilidades aumentan significativamente. Si tu IMC supera el 28, tienes un riesgo importante de ser infertil.
Durante los últimos cinco años, el 28% de los españoles han recurrido a un tratamiento de reproducción asistida, según datos del Ministerio de Sanidad y la Sociedad Española de Fertilidad. Estas cifras suponen que el 9% de los bebés que nacen actualmente en nuestro país lo hacen gracias a este tipo de técnicas. En Málaga, la pionera en estos tratamientos fue la Unidad de Reproducción Centro Gutenberg (URE), que logró en 1988 el primer embarazo de una niña mediante Fecundación in Vitro en la provincia.
Tras la primera ola de Coronavirus, son muchos los pacientes los que tienen miedo a someterse a este tipo de tratamientos. Por ello, el doctor Claudio Álvarez Pinochet, director médico de URE Centro Gutenberg, asegura que «realizar este tipo de tratamiento es seguro», y añade que «la incidencia del virus en la mujer embarazada es la misma que la no embarazada, y las complicaciones son las mismas», reitera.
Durante un los meses más críticos del virus, la clínica vió su actividad interrumpida y cerró sus puertas: «La pandemia hizo que al principio hubiera un temor generalizado, a lo desconocido», afirma Álvarez. El doctor médico asegura que los centros dejaron de hacer tratamientos porque «no sabíamos cómo afectaba la pandemia en los pacientes y a las mujeres embarazadas».
Pero una vez superada la fase más crítica de la crisis sanitaria, la clínica retomó su actividad presencial siguiendo unas pautas de protección: «Nuevos protocolos que buscan reforzar las medidas de prevención y seguridad», dice Álvarez.
Las medidas para los pacientes, son: la realización de una encuesta para saber qué riesgo tienen de tener el virus, antes de empezar, durante y antes de terminar los tratamientos. Y en el caso de las procesos quirúrgicos, como la fecundación in vitro, se realiza a los pacientes pruebas PCR.
Por parte de la clínica se hacen controles de temperatura, el uso de guantes, mascarillas, reducción del aforo. Por otro lado, se han explorado nuevas maneras de atender a los pacientes y se ha «priorizado la teleconsulta».
«Hemos hecho equipos burbuja, cada médico tiene su auxiliar, para no tener que cerrar la clínica en caso de que pase algo. También, nos hacemos PCR periódicamente», destaca el doctor.
El centro Gutenberg, ha elaborado también un plan para los pacientes que den positivo en Covid-19, que dependerá de cada caso. En el caso de fecundación in vitro, donde las fases son: estimulación de 10 días, extracción de óvulos en el quirófano y la transferencia del embrión, va a depender de donde dé positivo la paciente. «Si el positivo se da antes o después de la estimulación, se tendría que esperar a que sea negativo y retomarlo cuando la PCR sea negativa. Pero si el positivo se presenta antes de extraer los óvulos, entonces ahí hay que evaluar riesgos y beneficios», aclara el doctor Álvarez Pinochet.
El retraso de los tratamientos puede alargarse hasta los diez días de cuarentena: «Lo que no queremos es estar aplazando los tratamientos, a veces aplazar es perder lo que se ha hecho», sostiene el doctor. Y por eso, desde la clínica, se aconseja a los pacientes extremar sus medidas de prevención.
Perfil de los pacientes
El perfil de los pacientes, que acuden al centro Gutenberg, es de mujeres de entre 37 y 38 años. En general, esta clínica atiende a 1.000 pacientes al año, lo que se traduce en una media de «400 a 500 bebés que nacen por tratamientos por nuestra clínica».
Aunque este año, este número va ser menor, «porque durante marzo y abril, hubo cero actividad», afirma Álvarez. Con respecto a los tratamientos que ya habían empezado antes de la pandemia, la clínica los pospuso: «Los pacientes volvieron de nuevo, cuando abrimos», asegura.
Pero, con respecto al perfil de sus pacientes, hay aspectos que el doctor cree que deberían mejorar. Álvarez sostiene que «hay un porcentaje de pacientes a los que llegamos tarde, el pronóstico ideal sería que lo hiciesen con 30 o 35 años. Hay pacientes con 39 y 40 años que quieren preservar sus óvulos, es posible, pero el pronóstico de hacerlo a esa edad no es bueno», aclara.
Un aspecto a destacar es el aumento de demandas de familias monoparentales y de dos madres. La clínica ha visto como su banco de semen «ha ido avanzando con los años, sobre todo para mujeres monoparentales», asegura el doctor.
Por otro lado, el centro Gutenberg también atiende a pacientes con otras enfermedades, como es el cáncer. «Abogamos mucho por la preservación de óvulos o semen», dice Álvarez.
Tras meses de pandemia, tanto el centro como el doctor Álvarez Pinochet, quieren hacer llegar el mensaje de que «hacerse un tratamiento en tiempos de Covid es seguro y con los resultados de siempre». Hoy sabemos mucho sobre pandemia y sabemos cómo se comporta y su incidencia no es distinta en embarazadas», afirma.