Llegó a casa en primavera y desde entonces se las ha podido fotografiar en varias ocasiones, imágenes que reflejan la felicidad con mayúsculas. Susanna Griso hizo realidad este año su deseo de adoptar una niña de Costa de Marfil, un proceso que duró ocho años y que por fin este año se hizo realidad. La presentadora de Espejo público ha contado cómo decidió comenzar los trámites y ha hablado de su niña en unas declaraciones a Fashion & Arts Magazine, de La Vanguardia, definiendo la primera mirada y el primer abrazo que se dieron como “impresionantes”.
“Nunca pensé que iba a ser tan fácil la comunicación con todo lo que implica, para ellos es un shock emocional muy grande y un punto de trauma” comentó. Además explicó cómo fue el ir a buscarla. “Fue una experiencia muy fuerte, ir a buscar a tu hija sin haber visto más que tres fotos”. Desveló además el nombre de la pequeña, que recientemente la acompañó a uno de los desfiles de la Fashion Week Madrid. “Dorcette, pero el día de mañana no sé… porque el nombre es complicado para la gente. Ahora no se lo quiero cambiar porque es su mochila. Si ella quiere cambiarlo en el futuro que lo haga” comentó.
La presentadora contó que siempre pensó en la adopción y detalló el significado que tiene para ella. “Siempre he pensado que había alguien esperándome y yo esperándolas a ellas.Para mí es un acto de amor, y lo vivo así, como una gran historia de amor. Como las he vivido cada vez que he sido madre con mis hijos” aseguró en la entrevista.
Susanna Griso hizo público en septiembre de 2017 el proceso de adopción en el que estaba inmersa desde 2010 y, en el mes de abril de este año, viajó a Costa de Marfil para recoger a la pequeña. La presentadora está casada con Carlos Torras desde hace más de dos décadas y tienen otros dos hijos, Mireia, de doce años, y Jan, de quince, con quienes estos días disfruta de las vacaciones tras concluir esta temporada al frente de su programa.
“Nuevos desafíos en Medicina Reproductiva” es el título del congreso que organiza el centro valenciano de reproducción asistida CREA con motivo de la celebración de su 25º aniversario.
Durante los días 27 y 28 de septiembre, especialistas en el sector de la medicina reproductiva, tanto de procedencia nacional como internacional, se darán cita en Valencia para hablar, entre otros temas, sobre los avances en el estudio de los fallos de implantación, la integridad del ADN espermático, la gestión del riesgo en reproducción asistida y los nuevos horizontes en medicina reproductiva.
El congreso se celebrará en las instalaciones de la Fundación ADEIT.
Para aquellos asistentes interesados en la rama de Andrología, CREA ofrece la posibilidad de asistir al taller teórico-práctico pre-congreso “Meet the Expert: Laboratorio de Andrología”, que tendrá lugar en las instalaciones del centro en dos sesiones el día 26 de septiembre. Muy pronto más información.
Entrevista a Marta Barrio, familia monomarental
Nuestra familia está compuesta por Diego (19 años) y yo, más el resto de familiares y amigos que conforman este ecosistema vital, lo de madre sola no es exactamente así.
Creo que siempre tuve claro que en algún momento de mi vida querría ser madre o por lo menos intentarlo. Tras una miomectomía a los 28 años, apareció la amenazante posibilidad de no poder tener hijos, mi útero dado a alimentar miomas podía impedir la gestación y el ginecólogo me alertó de que tendría que intentarlo en un plazo no demasiado largo de tiempo. En ese momento tenía una relación de 8 años, bastante consistente, hasta que se planteó la posibilidad de ser padres, la situación era clara yo quería, él no, hecho que precipitó la separación.
A los 35 años un amigo me invitó a participar en una expedición al Shisha Pangma -montaña enclavada en el Tíbet-, fue una de las experiencias más increíbles que he tenido, estar desconectada de las prisas, en mitad de la naturaleza, con un mes y medio por delante para hacer montaña, leer, charlar y reflexionar es algo absolutamente recomendable. Y en mi cabeza se seguía cocinando a fuego lento mi deseo de ser madre, ahí tomé la decisión de pasar de la ensoñación a la realidad.
Tener un hijo para mi era intentar proyectar algo de cómo me gustaría que fuese el mundo, de cómo querría que esa personita contribuyera a mejorarlo. Supongo que hay un poso de narcisismo en ese intento de trascender, además yo soy hija única, por lo que creo que dejar un cierto legado familiar forma parte de ese deseo. Había un punto lúdico también, como volver a ser niña otra vez.
Acceder a la maternidad a nivel físico fue sencillo, tuve mucha suerte, me quedé embarazada en el primer intento con un tratamiento de fecundación in vitro con semen de donante en el otoño del 98. Mentalmente era diferente, la responsabilidad absoluta sobre otro ser humano da vértigo, la verdad. Pero conté con el apoyo de mi entorno y eso es bastante tranquilizador.
Creo que la maternidad en solitario te plantea retos complejos, desde luego de intendencia, España es un país donde las ayudas a las familias son inexistentes prácticamente. En determinados momentos críticos, vacaciones, enfermedad del niño o tuya, tu organización es más precaria y tienes que tirar de imaginación, capacidad de gestión y como un malabarista chino mantener todos los platos en el aire con solo dos manos.
Es necesario que haya un cambio en los planteamientos de nuestra sociedad, desacralizar la maternidad, quitarle ese halo que obliga a la mujer a vivirla con abnegación total, que los niños pertenezcan de alguna manera a la sociedad ya que sin ellos no habría futuro. No somo heroínas, ni super-woman, aunque a veces, quizás demasiadas, lo parezcamos.
Luego están los retos mentales, nunca he sido miedosa, pero en el momento de pensar como algo tangible el tener un hijo sin pareja, surgió el miedo a una hipotética ausencia mía, al no tener hermanos y unos padres de edad avanzada, me abrumaba la idea de su posible orfandad. Se solucionó simplemente hablando con un buen amigo que sería el responsable del niño si a mí me sucediese algo.
Para mí era importante que la búsqueda de un hijo, no fuera sustitutivo de nada, de una familia convencional, de la ausencia de una pareja. Creo que los duelos por lo que no hemos conseguido deben pasarse antes de tomar la decisión definitiva. Ya es suficientemente complejo criar y educar como para traer fantasmas del pasado.
Una cosa es imaginarte como madre y otra muy diferente serlo, normalmente nos presentan la maternidad como algo idílico sobre todo en cuanto a tus sentimientos, parece que ese flechazo que se produce en el instante en que ves a tu hijo por primera vez, va a durar siempre sin fisuras.
Luego como el protagonista de la Rosa Púrpura del Cairo abandonas la pantalla de la ficción maternal para llegar a una realidad menos naif, con su lado oscuro. Extenuante, apasionante, llena de dudas y temores, divertida y no apta para las obsesivas del control. ¡Bienvenida a la ambivalencia! pasas del amor absoluto a desear dar al botón de off, a los cólicos del lactante, a dar el pecho por primera vez al grito de “¡quítame esta piraña que me está destrozando!” y luego sentirte la peor persona del mundo.
Creo que la maternidad es un aprendizaje compartido con tu hijo, divertido y tierno unas veces, estresante otras. Las mujeres tenemos como asignatura pendiente desmontar el sentimiento de culpa que nos inoculan en minidosis desde pequeñas. Aunque desde un planteamiento cerebral, más elaborado, más feminista y político creas que no lo vas a hacer, terminas pensando ¿y si me equivoco o pierdo los nervios? ¿me echará en cara no tener padre? ¿sabré educarle bien? ¿y si no doy la talla cómo madre? Tampoco quieres repetir lo que consideras errores de tu madre. En definitiva, demasiada presión para una sola persona.
Poco a poco te vas relajando y vas disfrutando de esa relación. Luego llega la adolescencia y todo lo que creías haber construido se tambalea, pero es una nueva lección de humildad, no somos el centro de su universo, afortunadamente somos incluso prescindibles en muchos momentos. Es bueno recordar qué si el vínculo y la comunicación son buenos, la relación se va recomponiendo como un puzle aunque la imagen final sea distinta.
Nunca he considerado que tuviera que pedir permiso, ni disculpas a nadie por salir de la ruta preestablecida, creo que una familia monomarental es tan buena y normal como cualquier otra, estoy orgullosa de mi hijo y de nuestra familia. Y considero que todas estas nuevas familias contribuyen activamente a crear una sociedad más tolerante, diversa y rica.
Diego Barrio, 19 años, estudiante.
Nunca he sentido la necesidad de tener un padre, sinceramente, mi figura masculina siempre ha estado cubierta por mi padrino y no lo he vivido como una falta.
He tenido que explicar mi origen a amigos y compañeros, al no ser habitual, lo entendían pero les costaba un poco asimilarlo, yo era el único con una familia diferente. Les contaba que habías ido a una clínica y que allí te habían puesto semen de un banco y ya está.
Alguna vez he pensado como sería el donante, simplemente por curiosidad, pero sin mayor interés. Aunque creo que estaría bien que la ley contemplase la posibilidad de conocerlos, al final existen lazos biológicos con esas personas y puede haber chic@s que tengan interés en contactar con ellos.
Vivir más rodeado de mujeres, me ha ayudado a ser feminista, a entender las cosas de otra manera, la mayoría de los chicos de mi edad son bastante machistas, la verdad.
Algún día me gustaría ser padre, pero creo que nunca sería donante, le estoy agradecido, pero yo no lo sería.
Louise Brown, la “primera bebé probeta”, cumple 40 años. Con esa técnica nacieron ya ocho millones de niños. Cómo cambió la manera de pensar en la familia, y cómo el tema sigue despertando polémica y discusiones entre médicos y especialistas.
Cuando la británica Louise Brown cumpla años este miércoles, millones de personas podrían dedicar un momento de su día para celebrarlo de una u otra forma, aunque más no fuera que con un silencioso “gracias”.
Es que el nacimiento, hace exactamente cuatro décadas, de esta mujer, llamada “la primera niña probeta” –denominación que no gustó a muchos científicos por ser inexacta y sensacionalista–, fue un avance en la lucha contra la infertilidad, y también abrió la puerta a toda una revolución en la vida de familia a nivel mundial y a la concepción de la reproducción como un derecho y no como un destino o el arbitrio de la naturaleza.
Brown es hija de Lesley y John Brown, ambos hoy fallecidos, pero también tuvo otros “padres” o tíos, como terminó siendo para ella Patrick Christopher Steptoe, ginecólogo obstetra que murió en 1988 a los 74 años; y Robert Geoffrey Edwards, fisiólogo de la reproducción y biólogo, cuyo deceso se produjo en 2013, a los 87 años, tres años después de haber recibido el premio Nobel de Fisiología o Medicina.
Fueron estos dos últimos los científicos que crearon la técnica que permitió que Louise Brown –y cuatro años después su hermana, Natalie– fuera concebida: la fertilización in vitro. Después de ella, más de ocho millones de niños fueron gestados gracias a ese método de reproducción asistida.
John Brown, camionero de los ferrocarriles británicos, ganó en 1977, en una lotería de fútbol, las 800 libras que permitieron a la pareja recorrer los kilómetros que separaban su ciudad portuaria, Bristol, de la industrial Oldham, cercana a la más conocida Mánchester, para encontrarse con Edwards y con Steptoe, quienes trabajaban en colaboración desde hacía 15 años y habían hecho una carrera en el campo de la medicina reproductiva. El primero había desarrollado un método para fecundar óvulos en laboratorio y el segundo había perfeccionado el modo de extraer óvulos de los ovarios con el uso de un laparoscopio, un instrumento tubular ultradelgado con un dispositivo óptico que permite observar el interior del cuerpo humano y también obtener material de él.
El procedimiento
Lesley Brown, de 32 años, tenía una obstrucción en las trompas de Falopio que impedía que sus óvulos se encontraran con los espermatozoides de John, con quien había intentado tener un hijo durante nueve años. Le extrajeron un óvulo, lo colocaron en una placa de Petri y, gracias a que estaba maduro para ser fecundado (momento en que se puede detectar porque cambia ligeramente su forma), pudo fusionarse con el espermatozoide de John. Mantuvieron el cultivo dos días y medio, y luego el embrión fue implantado en el útero, donde se desarrolló normalmente y estuvo con el monitoreo permanente de Steptoe y de Edwards, quienes habían hecho firmar al matrimonio un consentimiento que incluía la posibilidad de practicar un aborto si había malformaciones en el feto y condiciones de seguridad para el parto, que se realizó con la presencia de guardia policial en el hospital General de Oldham.
Louise lloró por primera vez el 25 de julio de 1978, a las 11.47, tras su alumbramiento por cesárea. Fue filmada y fotografiada desde ese momento hasta el día de hoy cientos de veces porque cada episodio nuevo de su vida es una prueba para la ciencia, como cuando tuvo a sus dos hijos varones por reproducción natural o cuando escribió en 2015 su libro My life as a test tube baby(Mi vida como una bebé de tubo de ensayo). Su existencia sin más problemas que los ordinarios es una prueba de que la técnica de reproducción asistida por fertilización in vitro era buena.
Derivaciones
César A. Sánchez Sarmiento, director médico y jefe del área de medicina reproductiva del centro especializado en fertilidad cordobés Nascentis, destaca tres tipos de derivaciones de este paso científico revolucionario.
Uno está relacionado con los progresos que siguieron a esta técnica de reproducción, principalmente la aparición en 1992 del método de microinyección intracitoplasmática (Icsi, por su sigla en inglés), que permite insertar un espermatozoide en el óvulo para facilitar la fecundación y resolver así algunos de los problemas asociados con la infertilidad masculina, como la escasa producción, concentración o movilidad de los espermatozoides.
Otra derivación tiene que ver con los avances en los estudios genéticos, ya que hoy la técnica in vitro hace posible la evaluación genética del embrión antes de ser implantado en el útero materno para su desarrollo.
“Y también deben analizarse las repercusiones desde el punto de vista de las parejas o de las personas, porque no sólo hay parejas que buscan así tener hijos. La fertilización in vitro ha permitido la instalación de diferentes formas de familia”, destaca. “Es decir, ha evolucionado todo: junto con la fertilización in vitro ha cambiado la sociedad también de una manera bastante paralela, e independientemente de que uno esté de acuerdo o no”, explica.
Polémica y conflictos
Desde que se conoció el caso de Louise Brown a fines de la década de 1970, esta técnica de reproducción asistida ha generado polémica y conflictos éticos. El solo hecho de que no hiciera falta una relación sexual para la concepción abrió el camino de la controversia, que se profundizó décadas más tarde con la posibilidad de congelar embriones para gestionar el tiempo de la implantación y la gestación.
“La primera pregunta fue: ‘Estamos haciendo que óvulos y espermatozoides se junten en un medio ambiente que no es el natural, ¿qué va a salir de eso?’”, describe Sánchez Sarmiento. El tiempo y Louise Brown demostraron que lo que surgió fue un ser humano cuya única excepcionalidad –que, con los años y la popularización de la técnica, dejó de serlo– era la forma de concepción.
Las nuevas tecnologías han hecho de la asistencia médica para la reproducción una actividad lucrativa en el mundo; sin embargo, distintas concepciones legales hacen que los países se diferencien también en precios y en formas de financiamiento. En Argentina, desde el 25 de junio de 2013, rige la Ley de Reproducción Médicamente Asistida, que tiene como fin “garantizar el acceso integral a los procedimientos y técnicas médico-asistenciales de reproducción médicamente asistida”, es decir, “los procedimientos y técnicas realizados con asistencia médica para la consecución de un embarazo”, incluyendo los que comprenden la donación de óvulos o esperma.
Este último punto es uno de los potencialmente más conflictivos, ya que la inexistencia de un registro de donantes en el país impide que muchos niños nacidos gracias a ese aporte de terceros tengan datos relacionados con su identidad, que involucran su salud presente y futura, así como su propia reproducción.
La norma sufrió modificaciones y complementaciones, como por ejemplo el límite de edad de la mujer para la cobertura a los 44 años, en el caso de que el tratamiento implique el uso de óvulos propios, y a los 51 años, cuando el procedimiento sea por ovodonación. La restricción –que para algunos médicos tendría que haber sido mayor– apunta a evitar las complicaciones asociadas a la edad.
“Sin dudas, la filosofía de vida de muchas mujeres ha ido cambiando en estos últimos años. Si antes las mujeres llegaban a la consulta antes de los 30 años, hoy es habitual que tengan 36, 37 o 38 años cuando consultan por primera vez. Pero el reloj biológico no las espera: la reserva ovárica disminuye a veces de manera dramática y las posibilidades de embarazo se reducen o a veces se convierten en casi imposibles”, explica Santiago Brugo Olmedo, especialista en Medicina Reproductiva y director médico de Seremas, que formó parte del equipo que realizó la primera fertilización in vitro de la Argentina. El caso correspondió a los mellizos Eliana y Pablo Delaporte, quienes nacieron en Tucumán el 7 de febrero de 1986.
Para otros especialistas es una actividad que tiene potencial también para atraer pacientes de otros países. “Del exterior vienen a la Argentina para hacer esos tratamientos. En la mayoría de los casos, porque es más económico y el tipo de cambio favorece. Somos muy competitivos, en el país hay centros montados con tecnología equiparable a la que hay en Estados Unidos y con estándares internacionales. También hay países en los que las leyes son más restrictivas”, sostiene Andrea Divita, fundadora en Buenos Aires del Centro In Vitro y vocal de la Cámara Argentina de Turismo Médico.
Más allá de su futura rentabilidad, también se avizoran variantes y nuevos desarrollos que prometen ser igual de sorprendentes que en el pasado. En ese sentido, José Pérez Alzaa, director médico del centro cordobés Fecundart, cuenta que a nivel mundial se está trabajando en “la creación in vitro de óvulos y espermatozoides a partir de células madre”, aunque aclara que actualmente está en etapa de investigación básica. “Equipos japoneses han creado espermatozoides y óvulos a partir de células madre en ratas, las cuales han generado embriones y nacimiento a término”.
Los padres de Louise Brown destinaron todo el dinero que recibieron por dar entrevistas o por permitir la captura en imágenes de su hija a un fideicomiso destinado a ser usado por ella. Ese fue su legado a su primogénita. El legado al mundo es invaluable.
Si vas a someterte a algún tratamiento de reproducción asistida, seguramente te preguntes sobre la idoneidad de seguir realizando deporte como venías haciendo hasta ahora. ¿Con qué frecuencia e intensidad se puede practicar deporte durante el tratamiento? Y una vez se logra el embarazo, ¿se puede mantener el ritmo de actividad física? En este post damos respuesta a todas estas cuestiones.
Deporte y reproducción asistida ¿Se puede hacer ejercicio?
La respuesta es sí, pero hay ciertas cosas que debemos tener en cuenta. Aunque la mayoría de las personas consideran que un estilo de vida más sedentario durante el tratamiento puede beneficiar la estimulación ovárica, hay investigaciones que no muestran que afecte de manera positiva al embarazo.
Realizar ejercicio durante el tratamiento puede ayudarte a reducir el estrés de todo el proceso y durante la betaespera . Lo único que debes tener en cuenta es adaptar la actividad física. Durante la estimulación ovárica, no se recomienda realizar actividades físicas vigorosas dado que los ovarios aumentan de tamaño y puedes llegar a sentir malestar abdominal. Por eso, opta por actividades moderadas como caminar.
Una vez finalizado el tratamiento, debes esperar aproximadamente 15 días para saber si finalmente se ha producido el embarazo. Durante ese periodo es mejor los deportes que requieran demasiada energía.
¿Qué tipo de deportes se recomiendan durante un tratamiento FIV?
Siempre que no lo contraindique tu ginecólogo, durante un tratamiento de reproducción asistida se recomiendan actividades suaves como caminar, nadar o practicar yoga. Este tipo de actividades te ayudarán a controlar la respiración, relajarte, reducir la ansiedad, el insomnio y aumentar el bienestar psicológico.
¿Se puede prácticar deporte en el embarazo?
Cuando el embarazo sale adelante, el deporte no sólo es bueno para la madre, sino también para el bebé. Diversos estudios revelan que practicar ejercicio mejora el sistema cardiovascular y circulatorio del feto, quien recibe un mayor impulso de oxígeno para su metabolismo.
Para la madre, el deporte aporta una mayor sensación de bienestar y una serie de beneficios como:
- Más refuerzo muscular en la zona pélvica
- Mejora de la resistencia física y de la capacidad pulmonar
- Regulación del ritmo intestinal
- Aumento de las defensas inmunológicas
Además, puede ser un buen antídoto para combatir algunos síntomas habituales del embarazo, como la fatiga, el estrés, el insomnio, el dolor lumbar o los calambres.
Sólo en algunos casos, el ginecólogo puede recomendar no realizar ninguna actividad física: en caso de embarazo múltiple, rotura prematura de membranas, si se padece hipertensión arterial, problemas cardiovasculares, de tiroides, se han tenido abortos previos… Por eso, lo más recomendable es consultar al médico y seguir sus indicaciones.
¿Qué tipo de deportes es mejor evitar durante el embarazo?
La práctica deportiva durante el embarazo tiene que ser moderada para no poner en riesgo al bebé. Por eso, es mejor que evites practicar ciertos deportes durante los meses que dure tu gestación:
- Deportes de contacto como el judo o el boxeo, por riesgo de caídas y golpes. Tampoco es recomendable prácticar deportes de equipo como el fútbol o el baloncesto.
- Deportes bajo el agua como buceo o submarinismo que requieren mantener la respiración mucho rato o exigen descompresión al final.
- Deportes de riesgo ya que se puede producir una caída o un accidente. Por ejemplo: escalada, paracaidismo, parapente, rafting, snowboard o el esquí acuático.
- Deportes que requieren elevado esfuerzo con movimientos bruscos, gran peso, saltos o que provoquen gran carga pélvica. Por ejemplo: la halterofilia, la gimnasia rítmica, esquí alpino, salto de trampolín, equitación…
Si antes de quedarte embarazada no realizabas ejercicio habitualmente, puedes optar por dar paseos a buen ritmo, sin agotarte. Un paseo en bicicleta por sitios llanos también es una opción buena para mantener los músculos tonificados. Eso sí, al avanzar la gestación es mejor la bicicleta estática para evitar caídas.
Recomendaciones a seguir durante la práctica de ejercicio
- Realiza siempre un breve calentamiento antes de empezar
- Hidratarte correctamente antes, durante y después
- Estira los músculos al terminar
- Equípate bien con calzado deportivo de amortiguación, ropa holgada que transpire bien y una gorra para protegerte del sol si vas a estar en exteriores.
- Controla el ritmo cardiaco y no superes ciertas pulsaciones por minuto, ya que el bebé aumenta también su frecuencia cardíaca como mecanismo de protección.
- Evita las actividades que eleven en exceso la temperatura corporal, ya sea por el propio ejercicio o por practicarlo en lugares muy calurosos.
Interrumpe inmediatamente la actividad física si experimentas cualquiera de los siguientes síntomas y consulta inmediatamente a tu médico:
- Mareos
- Palpitaciones o falta de aliento
- Fuertes dolores en la zona pélvica o en la espalda
- Hemorragia o sangrado
- Pérdida de líquido amniótico
¿Se puede practicar deporte después del parto?
Durante el puerperio, periodo que comprende desde el final del parto hasta la normalización de los cambios en tu cuerpo que se producen durante el embarazo, es aconsejable ir incrementando la actividad física progresivamente y con control médico, aproximadamente al mes y medio del parto. Así, después de hacer tu sueño de ser madre realidad, podrás recuperar tus hábitos deportivos.
Si ha sido por cesárea, es recomendable no practicar ningún ejercicio hasta pasados dos meses para proteger el suelo pélvico.
Como puedes ver, un plan de ejercicio adecuado proporciona numerosos beneficios durante el tratamiento de reproducción asistida y hasta el parto. Por eso, no debes renunciar al deporte. Lo único que debes tener en cuenta son las recomendaciones de tu equipo médico.
En muchas ocasiones los abortos de repetición, los fallos de implantación, que el embrión no llegue a estado de blastocisto o la no consecución de embarazos se deben a distintos fenómenos que afectan a la mujer: endometriosis, factores genéticos, etc.
Tal y como explica la Dra. Yolanda Cabello, directora del Laboratorio de la URHA delcomplejo hospitalario Ruber Juan Bravo, dirigida por el Dr. Daniel Ordóñez, en estos casos está indicado realizar, además de pruebas a la mujer (pruebas de trombofilia, inmunología, histeroscopia diagnóstica, etc.), pruebas a los espermatozoides para ver si la cadena de ADN resulta fragmentada.
La fragmentación del ADN espermático puede ser de dos tipos: rotura de cadena sencilla y rotura de cadena doble. Las roturas de cadena sencilla del ADN espermático son producidas de forma extensiva y contribuyen a fallos de embarazo, mientras que las roturas de cadena doble están presentes en regiones específicas y aunque no impiden el embarazo pueden implicar un mayor riesgo de aborto asociado a factor masculino. Además, los daños de doble cadena no son subsanables por el ovocito, por lo que ni siquiera un ovocito de donante lograría conseguir el embarazo.
Para solucionar estos problemas, la URHA del complejo hospitalario Ruber Juan Bravo ha puesto en marcha una técnica denominada FERTILE®, que consiste en chips microfluídicos de un solo uso para la selección de espermatozoides, que separan los espermatozoides sanos presentes en el semen y no requieren de ningún tratamiento previo del mismo.
Señala Cabello, “incluso en casos de fragmentación muy elevada gracias a esta técnica podrían reducirse al 50%, consiguiendo espermatozoides sanos para microinyectar”.
