Si estás embarazada y tienes un viaje planificado para estas vacaciones de verano, no sufras, no hay ningún motivo para que no lo hagas y lo disfrutes. Ahora, si tienes cualquier duda o sintomatología especial consulta antes con tu médico.
Tienes que tener en cuenta que durante los primeros meses del embarazo, debido a que tu cuerpo está experimentando cambios importantes, podrías tener las típicas molestias y síntomas del embarazo.
Aparte de eso, es importante seguir algunas recomendaciones, que también sirven para cualquiera:
- Beber mucha agua y siempre embotellada
- Vestir ropa cómoda y transpirable
- Conocer a fondo el lugar de destino y averiguar si son necesarias vacunas. Si es así consultarlo con tu médico.
- Llevar un buen botiquín si viajes a países exóticos
- Viajar acompañada
- Hacer paradas para descansar si viajes en coche o autocar y si viajes en avión y es un vuelo largo levantarte cada cierto tiempo a fin de mover las piernas y prevenir los calambres o la hinchazón de pies y tobillos.
- Consultar las condiciones de cada aerolínea, ya que muchas no permiten viajar a partir de la semana 26 de embarazo
Alan Barreca, miembro del Instituto del Medio Ambiente y Sustentabilidad de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), realizó una investigación en la que demostró que las altas temperaturas afectan la fertilidad.
Para comprobar la investigación, Barreca estudió datos y tendencias de 80 años de Los Ángeles, y así encontró los efectos que causan las altas temperaturas.
En un comunicado, la UCLA mencionó:
“Si observas nueve meses después de una ola de calor en agosto, en el siguiente mes de mayo verás un número significativamente menor de nacimientos”. A pesar de que la temporada de calor es cuando las parejas tienen más relaciones sexuales, la fertilidad se ve afectada, debido a que el calor provoca que la producción de espermas sea menor.
Asimismo, demostró que una vez que la mujer queda embarazada y el nacimiento es programado para los meses de agosto y septiembre, la salud del feto está expuesta de manera negativa por el calor de dicho bimestre.
Dentro de la investigación, también pudieron conocer el “efecto rebote”, el cual mostró que pasando la época de calor, la natalidad aumentó.
De acuerdo con un informe de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades, en Estados Unidos, en el año 2017 hubo muchos menos nacimientos que en cualquier otro año, desde 1978.
Judith (ha preferido aparecer con un nombre ficticio) nació en Panamá y vivió allí hasta hace unos años. Actualmente vive en España. Aquí se unió al activismo del movimiento de afectadas por la endometriosis. Esta entrevista se realizó el 14 de abril de 2018 para ser publicada en este medio.
Considero que este testimonio tiene valor representativo: todas podemos sentirnos reflejadas en algún punto de esta historia. Las experiencias de Judith, ocurridas muchas de ellas en Panamá, muestran que la discriminación sexista unida a la endometriosis presenta elementos comunes en distintos lugares. El feminismo (del que forma parte el activismo sanitario de las mujeres) es un movimiento de naturaleza internacional. La entrevista también pone de manifiesto el modo en que la precariedad de la atención sanitaria, las dificultades económicas y el patriarcado se entrelazan en la experiencia concreta de la vida con discapacidad o enfermedad crónica.
¿Qué te decían en tu familia y en el centro médico cuando contabas que te dolía la regla?, ¿tomaban en serio tu dolor?
Judith- En el tiempo de la menstruación sentía un dolor muy grande que no se me pasaba con las pastillas que te dan, yo se lo comentaba a mi familia y me decían que el dolor era normal, que yo era una floja, que hiciera ejercicio y el dolor se me quitaría. A los diecinueve años los dolores se volvieron muy fuertes y comencé a ir al médico. En el centro de salud me decían que el dolor de regla es normal, e insistían en preguntarme si había tenido relaciones sexuales. Las mujeres sufren la endometriosis en silencio en su casa, no saben que tienen endometriosis, se deprimen, sienten que son anormales, flojas, no saben que están enfermas. En Panamá nadie les dice que tienen endometriosis. Había una chica que tenia mucho dolor menstrual en mi pueblo, y hasta yo le dije que era floja, le dije lo que me decían en mi familia: que si hacía ejercicio se le iba a quitar. La gente solo te dice: “tú exageras”.
¿Crees que en la consulta médica dudan de tu palabra?
J- Yo siempre he tenido dolores pero el médico al que iba no asociaba eso con la endometriosis. Él pensaba que mi dolor de la endometriosis era solo cuando tenía la regla, pero no todas esas complicaciones constantes: dolor en el estomago, hinchazón, mucho dolor al ir al baño y también dolores al orinar. El médico me decía que yo no tomaba suficiente agua y me preguntaba que cuántas parejas tenía, señalándome que si no sería que me estaban pegando enfermedades.
Tras la primera operación me sentía muy mal y le dije a mi ex novio que me dolían las relaciones sexuales. Él me llevó al médico privado que me había operado. Yo le explique al médico lo que me pasaba y el médico me dijo: “eso es mentira”, “yo ya te quité lo que tú tenías”, “tú lo que no quieres es tener relaciones con tu marido”, “tú estas inventando los dolores”. Creyó que yo estaba inventando los dolores. Como si pusiera una excusa típica como la del dolor de cabeza. Y no era verdad. Después de ir al médico mi ex pareja comenzó a echármelo en cara. “Yo pensé que si yo te pagaba esa operación tú ibas a estar bien. Lo que pasa es que eres una floja, no quieres limpiar”.
Resulta que en la primera operación no me quitaron la trompa sino que la bloquearon y al cerrarla empezó a echar líquido por dentro y a hincharse. Pues mira: todos los doctores de Panamá pensaban que yo estaba exagerando. Me decían: “¿pero porqué vas a querer operarte?”, y yo decía: “yo solo quiero que me quiten el dolor, nada más me importa”. Necesitaba ser operada. Yo solo quería, solo quiero, vivir sin sentirme tan mal. Porque una vida larga, con tanto dolor, encerrada en una casa con constantes depresiones, con constante cansancio: esto no es vida.
¿Hay algún examen médico que resultase especialmente doloroso o humillante?
J- En el tiempo en que me estaban estudiando porque no podía quedar embarazada, los médicos me hicieron un examen para ver si la trompa estaba permeable. Cuando me pusieron aquello con esos ganchos no me podía quedar quieta. Yo cerré las piernas e involuntariamente me retiré para arriba y me dolió mucho. Y el doctor me gritaba: “¡Pero qué te pasa, pero qué hiciste, que tú te tienes que quedar quieta!”. Yo respondía: “Es que me duele”, y me decía: “¿Cómo vas a decir que te duele si eso no duele?”. Eso no duele, pero ahí estaba yo, temblando y llorando mientras ellos decían que eso no dolía. “¡Quédate quieta, que estas exagerando!”, y otra vez abrí las piernas, sabiendo lo que iba a doler.
Cuando vinieron a recogerme mi prima y su novio el médico, dije: “¡Nunca en la vida vuelvo a hacer un examen como ese, con lo que duele!, ¡gracias a Dios me vinisteis a buscar porque yo no hubiera podido caminar para agarrar un bus o el metro o lo que sea!”. Yo estaba temblando y me dijo el novio de mi prima: “pero si eso no duele”. Yo le expliqué entonces lo que yo había sentido. Mi prima le contestó muy bien, le dijo: “¿y cuándo te lo hicieron a ti?, ¿cómo tú sabes que eso no duele?”. Digo yo: ¡qué van a saber esos hombres de si eso duele o no duele!
¿Ha afectado la endometriosis a tu vida laboral?
J- Mucho, voy a contar una historia que me pasó. A mí me encanta el trabajo de vendedora. Una vez estuve en periodo de pruebas en un trabajo de ventas, pero por los dolores yo no podía estar mucho tiempo de pie. Trajeron contenedores con ropa que yo tenía que acomodar antes de que llegaran los clientes. El jefe varias veces me encontró sentada y me decía: “¿pero qué pasa?”, y yo le decía: “es que tengo un dolor en la espalda, voy a descansar un poquito y ahorita me paro”. Pero el jefe me dijo: “¿yo a ti es que te pago para que tú calientes una banca?”. Me dijo que era una floja, que si quería descansar que me quedara en mi casa. Y yo me dije a mí misma: “tiene razón, ¿como yo voy a estar sentada?, me están pagando por estar aquí y tengo que estar corriendo rapidito”, pero yo es que no podía correr tanto, no podía hacer tantas cosas, no podía. Me sentía muy cansada. A veces me despertaba a la hora en que tenía que irme a trabajar y no podía levantarme. Más adelante encontré un trabajo eventual, de ir a ferias donde podía estar sentada un rato y luego de pie otro. Para mí es mejor que estar sentada todo el rato o todo el tiempo de pie. Además, al ser solo dos días o tres días de trabajo, hago el esfuerzo.
¿Ha afectado la endometriosis a tu vida sexual?
J- Sí, especialmente en la relación con mi ex novio. Al día siguiente de mantener una relación, yo no podía caminar. Con la penetración me daban dolores. Frecuentemente me daban dolores fuertes y se me quitaban las ganas. Pero yo no podía decirle a él “para, que me duele algo”. Pensaba que si no tenía relaciones con él, tendríamos problemas y me dejaría. Entonces yo me aguantaba. Al principio podía aguantar. Pero cada día me iba poniendo peor, el dolor aumentaba, y llegó un momento en que yo veía que él estaba encima e iba a tocarme e íbamos a tener sexo y me venía el miedo. No solo temía el momento en que teníamos relaciones sino especialmente el enorme dolor que me venía después (a veces el dolor de espalda y abdomen que me entra me dura hasta el día siguiente y no me deja ni caminar).
Ahora todo es distinto, mi marido es comprensivo, quiere cuidarme mucho y me dice que no pasa nada si no tenemos relaciones. Pero eso también me preocupa, porque pasa mucho tiempo y él no me quiere tocar porque le da pena. Él no quiere verme sufriendo por lo que me hizo. Así que no lo quiere hacer y entonces a veces yo tengo ganas y le digo: “yo sé que al día siguiente me da a doler, pero quiero hacerlo. Si tú no me estas obligando y yo quiero: vamos a hacerlo”. Yo me quiero sentir normal, ¡quiero sentirme normal!, no quiero sentirme diferente y de nuevo me siento así. Cuando tengo sexo muy intenso, al día siguiente quedo en la cama. Pero si lo hacemos suavecito o si yo me toco, al día siguiente tengo dolores más suaves.
¿La endometriosis dificultó que te quedaras embarazada?, ¿cómo te afectó eso psicológicamente?
J- Cuando estaba con mi ex novio yo sabía que algo malo me estaba pasando porque con mi primer novio a los diecinueve años queríamos tener un bebé y yo no pude, y después de aquella tuve otra relación en la que tampoco pudimos. Luego con mi ex tampoco quedé embarazada. Y yo sabia que estaba mala, pero cuando fui a fertilidad el médico me dijo que ovulaba y que estaba bien. Y si yo quería estar con mi ex tenía que darle un bebé. Sentía que ese era mi ultimo recurso. Yo no podía atender la casa, no podía tener relaciones todos los días. Sentía que no merecía estar con él y todos los días se encargaba de hacérmelo creer: me decía que él era una persona importante, que yo no era nadie, que yo era una floja, que él podía tener una mujer mas guapa porque tenía dinero, que le sobraban las pretendientes.
Yo tenía una constante preocupación por quedar embarazada. Cuando me dejó, le dijo a la gente que me había dejado porque yo no podía tener bebés. Y todo el mundo de la provincia donde yo vivía comentaba eso: que yo no podía quedarme embarazada. A los seis meses me encontré con un amigo de él. Le pregunté por mi ex y me dijo que ya tenía una nueva pareja y que la muchacha estaba embarazada. Y yo me preguntaba, “¿qué es una mujer?”: y me decía (como siempre me habían dicho), “la mujer es la que hace hijos, la que trae la familia”. Lloré mucho. Cuando mi actual pareja y yo nos dimos cuenta de que estaba embarazada sentimos una enorme felicidad. Yo sentí que sí era una mujer.
Mira, si me hubieran preguntado, cuando yo tenia veintiún años y aún no me había pasado todo esto, que si yo quería tener hijos, tal vez hubiera dicho que no. La sociedad me metió en la cabeza que para ser normal, ser feliz y tener a mi pareja feliz, yo tenía que tener hijos. Además, al tener la enfermedad tenía el deseo de comprobar si realmente mi cuerpo funcionaba. Quería sentir que podía. Yo tal vez no hubiera querido tener hijos a esta edad. Es la presión de sentirme inútil. Realmente yo no estaba preparada para tener hijos.
Pero los médicos te dicen: “es mejor ahorita a los veinticinco o a los veintiséis”, y no te preguntan si tienes trabajo, si tienes casa, si tienes lugar donde meter a ese niño, ¿cómo se les ocurre decirle eso a una persona que no está trabajando, que no puede tener un trabajo? Es algo estúpido. No están pensando en las consecuencias, me están metiendo a mí en un problema y al pobre niño también, que va a tener una mamá que no va a poder tener trabajo a causa de la enfermedad. Tal vez cuando empiece con un tratamiento y me sienta con ánimo y con menos dolor pueda, pero ¿qué saben ellos de mi vida?
¿Cuáles son para ti los peores síntomas de la endometriosis?
J- Antes de la segunda operación había llegado un momento en que no podía caminar. Todavía ahorita no puedo estar mucho tiempo sentada y me duele al caminar. No puedo estar mucho tiempo en una posición. Ahorita yo sé que al rato de estar sentada voy a comenzar a sentir molestias. Cuando camino me da calambre en una pierna, comienzo a sentir un dolor aquí arriba que irradia por la pierna. La pierna se queda como débil y me cuesta caminar. A mi bebé no lo puedo cargar mucho tiempo porque me comienza el dolor en el vientre. Cuando estaba mas chiquito yo le decía: “yo espero poder cargarte”. Yo no quiero tener más hijos porque temo no ser capaz de atenderlos.
Mira, ahorita en este momento no siento dolor, pero es como si tuviera en mi espalda una maleta, siento el cuerpo pesadísimo. Un cansancio tan grande que se siente como dolor de cansancio, como si hubiera estado trabajando todo el día en la construcción. Dice mi esposo que el bebé es una bendición porque es el que me obliga a levantarme de la cama y hacer cosas. Y yo pensaba que al tener el bebé podría levantarme mas animada, pero aún me cuesta, todavía me encuentro desanimada.
El problema que tengo no es solo el dolor, también lo es la depresión y el cansancio. Por eso he pensado muchas veces en quitarme la vida. No puedo salir casi nada. Es como si mi casa fuese el lugar donde me estoy muriendo. Yo sé que este desanimo es la depresión. Pensaba que al tener el bebé yo sentiría ánimo. Tengo miedo de quedar embarazada otra vez y no poder atender a ese bebe. Sería un desgaste tremendo para mi cuerpo, insoportable. Me da tristeza mi bebe. Yo le saco una caja de juguetes y él juega. Me la paso siempre encerrada aquí. La gente dice que yo no soy sociable, pero es que siempre tengo dolor o estoy deprimida. No puedo llevarle todos los días al parque como hacen otras madres. Pienso en mi hijo que no tiene una madre sana.
¿Hay muchas diferencias en la atención sanitaria a la endometriosis entre Panamá y España?
J- Los centros médicos en Panamá no son como aquí, son muy pobres, no hay máquinas, no hay laboratorios para hacerte análisis. Para que te traten de forma aceptable tienes que ir a una clínica privada y eso es muy caro. Una operación es algo carísimo. A eso hay que sumarle los exámenes que hay que hacer. Aquí el problema principal es que hay muy pocos médicos. El sistema sanitario esta muy saturado. En mi papel de Panamá pone que tengo endometriosis pero no especifica ni el grado ni absolutamente nada.
En cuanto llegué a España les di mi informe del médico de Panamá, pero no le dieron importancia a la endometriosis ni a la lesión precancerosa que se supone que me tendrían que estar viendo a cada rato. Todavía no me ha visto un ginecólogo aquí, no me han dado ningún tratamiento. Pero yo he vivido tanto tiempo aguantando el dolor que en cierto modo pienso que ya soy capaz de aguantar el dolor. Estoy acostumbrada a vivir con dolor. Yo llevo dos meses esperando la cita que tengo con el ginecólogo. Llegue a España hace mas de un año y todavía no me ha visto un ginecólogo. Ningún ginecólogo ha mirado cómo estoy por dentro. Y estoy volviendo a tener los síntomas que tenía antes de la segunda operación. Yo sé que la endometriosis está empeorando.
¿Cómo lograste ser operada en Panamá?
J- La primera operación la pagó mi ex novio que tenía recursos. Me pagó una clínica privada. Yo pensé que tras la operación estaría bien, que se me quitarían todos los dolores. Pronto sentí dolores pero pensé que era por la recuperación de la operación. Pero los dolores eran peores que los de antes, mucho peores. Entonces tuve que llamar a un médico (el novio de mi prima) y amenazarle con que me iba a suicidar si no me metía en el quirófano: solo así conseguí ser operada. Él aceptó hacerme una cirugía ilegal, porque yo no tenia dinero. Lo hizo. Me dijo primero: “te voy a llevar a un hospital con un amigo que es ginecólogo”. Me llevaron a una sala escondida.
Cuando empezaron a hacerme la ecografía vieron esa cosa súper hinchada, esa trompa y dijeron: “nos vamos de inmediato al quirófano”. El novio de mi prima se indignó al ver la trompa grapada. Me quitó la trompa y entonces vio los focos de endometriosis. Pero este médico es cirujano general. Él no sabe de endometriosis, aún así era evidente que yo estaba mal, quitó focos de endometriosis de mi ovario, despegó las cosas que estaban adheridas, hizo lo que pudo. Me quitó la mitad de este ovario, la trompa, las adherencias que pudo. No toco nada más. Me dijo que creía que iba a estar mejor, pero que yo tenía que buscar un ginecólogo y decirle que tengo endometriosis. Me dio los papeles y fui a ginecología. Allí me dijeron: “ah sí, tú tienes endometriosis”, pero nadie me explicó nada, nadie me dijo qué era eso.
Muchas afectadas de endometriosis denuncian que la sociedad cree que fingen los síntomas, ¿te ha pasado a ti?
J- Una vez el religioso de la mezquita (Judith es musulmana) me dijo: “¿y por qué tú no te has curado?” bueno, “¡cúrate ya!, ¡ve al médico y cúrate ya!”. ¡Como si fuese yo la que quiero estar así!, ¡como si fuese yo la que estuviese provocando esta enfermedad! Como si yo no me quisiera curar, como si me hubieran puesto aquí la medicina para que me la tomarse y yo me hubiera negado a tomarla. Yo pensaba, ¡pero la gente es idiota!, ¿es que piensan que estoy fingiendo para no tener relaciones con mi pareja? ¿para estar metida en la cama?, ¿para no trabajar? Yo sé que la gente que trabaja mucho quiere estar en la cama, que hasta fantasean con eso de estar durmiendo todo el día. Pero no saben lo agotador y deprimente que es estar todo el día en una cama. Yo juro que solo quiero salir de ahí.
¿Te sientes respaldada por las demás afectadas de endometriosis de Adaec?
J- Claro. Me están tratando muy bien las demás muchachas de la endometriosis. Acá las mujeres están luchando mucho. Aquí siento que no estoy sola, que hay más mujeres a las que les está pasando lo mismo. Aparte de que mi esposo y el bebé han sido una bendición para mí. Ya no pienso como antes, que la sociedad no me comprende. He pasado de vivir con un hombre y una sociedad que me deprimían a vivir en un ambiente de comprensión. Aquí las mujeres luchan por la igualdad: la idea de la mujer y el hombre en casa siendo iguales. Allá en Panamá no era así. Con toda pareja, no importa lo mal que me sintiera, tenía que limpiar la casa. Acá puedo decir: “friega tú los platos” (risas). Aquí cuando a los médicos les digo que estoy mal me dicen, “ah sí, puede ser de la endometriosis”. Allá solo me dicen: “esto no tiene nada que ver con eso”.
Pero sobretodo veo que las mujeres se están uniendo y que se está peleando. Los políticos y médicos no van a poder ignorar a un grupo de mujeres que se está haciendo oír. Las mujeres unidas estamos pidiendo y exigiendo. Ya no va a importar si nos quieren oír o no, lo van a tener que hacer. La sociedad va a tener que escuchar, los médicos, los gobiernos. Esto es algo que afecta a la gente y la ciudadanía se esta uniendo para que los políticos se muevan. Es así como se mueven, cuando la gente se une. Eso sí, tengo que decir que a pesar de las dificultades, allá en Panamá se está formando una asociación, gracias a una mujer a la que han operado diecisiete veces. Ella está intentando movilizar la lucha en Panamá.
El primer bebé del mundo fruto de un trasplante de útero entre gemelas nació hoy en el Hospital Santa Orsola de Bolonia (norte de Italia), confirmaron fuentes de este centro médico. El alumbramiento fue por cesárea y la madre y el niño están “en perfecto estado de salud”, según un comunicado de Eugin, un grupo de centros de reproducción asistida de referencia a escala española e internacional del que forma parte clínica Stockhol IVF, cuyo director es el ginecólogo sueco Mats Brännström, que ha dirigido el equipo médico internacional que ha intervenido en este caso.
La operación ha tenido como protagonistas a hermanas gemelas de origen serbio que viven en Italia y una de ellas, la receptora, nació sin útero debido a una malformación congénita. El trasplante se realizó en marzo de 2017 en el Hospital de la Universidad de Niños en Belgrado, después la receptora se sometió a un tratamiento exitoso de fecundación in vitro y durante el embarazo fue asistida por el doctor Luca Gianaroli en Bolonia.
Se trata de un trasplante pionero también en lo que al tratamiento se refiere, ya que es el primero que se realiza sin medicación a base de inmunosupresores gracias a la perfecta compatibilidad genética entre donante y receptora, según la nota.
Brännström es autor del primer trasplante de útero realizado en el mundo, que tuvo lugar en Suecia en el año 2014, y desde entonces “ha realizado con éxito otros ocho más”. En todo el mundo, se han realizado por ahora 40 intentos de trasplante uterino, lo que ha llevado a once nacimientos vivos. En España, este tipo de intervención no está autorizada aún por la Organización Nacional de Trasplantes (ONT).
María se plantó con 47 años, una buena carrera laboral y un deseo postergado, el de tener hijos. Siempre quiso ser madre pero no había encontrado el momento, buscaba la mejor ocasión. Esperaba tener una pareja estable con quien compartir la maternidad, pero nunca llegó así que consideró que la edad no iba a ser una barrera porque la llamada de la maternidad era muy fuerte. Sabía que necesitaba ayuda y tenía claro que la iba a buscar en una clínica de medicina reproductiva. Allí descubrió dos cosas, que la menopausia tocaba a su puerta y que sí, con menopausia podía ser madre.
Contactamos con los expertos en casos complejos de Instituto Bernabeu, una clínica que estudia específicamente y da solución a los casos de infertilidad de la mujer; entre ellos al fallo ovárico precoz, cuando la paciente cuenta con una baja reserva ovárica o han dejado de ovular de forma natural. En la clínica de medicina reproductiva explican que la menopausia es un cambio fisiológico de la mujer que suele aparecer entre los 45 y 55 años, un momento vital que en la actualidad suele coincidir con el periodo personal de consolidación profesional, pero que biológicamente supone la retirada de la menstruación y por tanto del agotamiento de los óvulos o su calidad, “una etapa femenina natural más”, destacan desde Instituto Bernabeu.
Si la paciente previó anteriormente su maternidad futura y congeló sus ovocitos podrá recurrir a ellos. Y en el caso de no tenerlo, los tratamientos para lograr el embarazo con menopausia son principalmente dos: la ovodonación y la embrioadopción.
En la ovodonación se recurre a una donación de ovocitos y posteriormente esos óvulos son fecundados con el semen de su pareja. Y una vez que los embriones se han desarrollado se transfieren al útero materno. En Instituto Bernabeu se personaliza cada tratamiento adecuándolo a las características de cada paciente con el objetivo de obtener el mejor resultado. Por eso, el ginecólogo preparará el útero hormonalmente para alojar al embrión. La medicación que se le administra deberá de continuarse durante las primeras semanas de embarazo hasta que la placenta del bebé sea capaz de generarlas por si sola.
Otra alternativa muy interesante y económica cuando no se tiene pareja masculina es la embrioadopción también llamada adopción de embriones.
El deseo de ser madre no tiene edad y cada vez con más frecuencia mujeres con la menopausia acuden a la clínica para lograrlo. Son muy distintas las circunstancias de cada persona, en ocasiones, como en el caso de María, porque pasó el tiempo y no llegó la pareja adecuada, en otros porque se tiene una segunda pareja u otros motivos personales. Y el nexo común entre todos es que no se considera el tiempo como una barrera para alcanzar el embarazo. Instituto Bernabeu tiene un límite ético de la edad de la mujer para iniciar un tratamiento de fertilidad: los 50 años. Es la edad máxima en la que el centro considera que se puede llevar a término un embarazo saludable tanto para la madre como para el futuro bebé.
Para otros casos, cuando la reserva ovárica y la calidad ovocitaria –aunque no se esté en menopausia- está limitada, Instituto Bernabeu cuenta con una unidad específica que da respuesta a estas pacientes de forma pormenorizada y personalizada, abriendo la posibilidad de ofrecer a muchas mujeres ser madres con sus propios óvulos.
Más de 8 millones de bebés han nacido en el mundo mediante reproducción asistida desde que hace 40 años naciera la primera bebé probeta, Louise Brown, según un estudio presentado hoy en el congreso de la Sociedad Europea de Reproducción Humana y Embriología (Eshre) que se celebra en Barcelona.
Louise Brown, la primera bebé concebida por fecundación in vitro en el mundo, nació el 25 de julio de 1978 en el Oldham General Hospital (Reino Unido), tras una concepción dirigida por el biólogo reproductivo de Cambridge Robert Edwards -posterior fundador de Eshre- y el ginecólogo Oldham Patrick Steptoe.
España a la cabeza
El estudio, que constata un crecimiento de los nacimientos de bebés por las diferentes técnicas de reproducción asistida, ha sido elaborado a partir de datos recogidos a través de registros regionales desde 1991 a 2014.
Los expertos que integran el comité internacional que monitorea el progreso de este sistema han estimado que más de medio millón de niños nacen cada año a través de diversas técnicas de reproducción, de un total de dos millones de tratamientos de reproducción asistida que se llevan a cabo anualmente.
El estudio revela que España se mantiene como el país más activo en materia de reproducción asistida en Europa, con un récord de 119.875 ciclos de tratamiento registrados en 2015, por delante de Rusia, Francia y Alemania.
El último informe elaborado por el Eshre, que incluye todos los tratamientos de fertilidad en 2015 a nivel europeo, recoge casi 800.000 ciclos y 157.449 nacimientos.
Preferencias
Entre otros hallazgos, el estudio constata una preferencia entre las clínicas europeas por la técnica de Inyección Intracitoplasmática (ICSI) sobre la fecundación in vitro (IVF), un patrón que se reproduce en el resto del mundo.
Por otro lado, según el estudio, la tasa de embarazo por los dos tratamientos se ha estabilizado en un 36 %, y aumenta cuando se utilizan embriones de cinco días (blastocitos), en lugar de los que tienen tres días.
La tasa de los embarazos que suceden a partir de la donación de óvulos sigue aumentando y se sitúa en el 50 %, mientras que los embarazos de gemelos han disminuido en Europa, alcanzando el 14 % en 2015.
En este sentido, el presidente del comité de Eshre, Christian de Geyter, explicó que “las tasas de éxito se han estabilizado, aunque el resultado en la donación de óvulos y en el uso de embriones congelados sigue avanzando”.
Sin embargo, el mayor aumento proviene de los tratamientos con óvulos congelados, propiciados por la introducción de la técnica de vitrificación en todo el mundo.
Según De Geyter, la disponibilidad de los tratamientos de reproducción asistida sigue siendo “muy desigual” en Europa, con Dinamarca y Bélgica ofreciendo más de 2.500 ciclos de tratamiento por cada millón de habitantes, mientras que otros países como Austria e Italia ofrecen “considerablemente menos”.
