Buenas,

El motivo de este post es compartir mi experiencia con todos vosotr@s. Sólo me mueve eso, y que lo que hemos pasado mi mujer y yo pueda servir de advertencia y ayuda a otras parejas que puedan estar en una situación similar.

Tras un año intentando el embarazo, nos diagnosticaron fallo masculino (oligozoospermia), provocado por criptorquidia bilateral infantil. Iniciamos el tratamiento en TAMBRE después de seguir el consejo de nuestro ginecólogo y a la vista de los buenos comentarios recibidos en los foros.

Nuestro paso por la clínica no pudo ser más infructuoso. Lo más positivo durante el año en el que fuimos pacientes ha sido el trato dispensado por el equipo de enfermería, que, con una sonrisa permanente en sus labios, ayudaban a aliviar un poco los tragos más amargos.

Por lo demás, se trata de una clínica que está claramente sobrevalorada y es objetivamente cara, especialmente si la comparamos con IVI, que es el referente fundamental en clínicas de reproducción asistida. Además, el supuesto descuento que ofrece como asegurado de ADESLAS es un auténtico “farol” (aunque esto hay que ponérselo en el debe de los dos, y no sólo de TAMBRE). En mi opinión, la clínica es adecuada quizás para casos sencillos, pero no para casos más complicados como el nuestro.

En ese año como pacientes fueron tres las FIV con ICSI a las que sometieron a mi mujer, con un total de nueve embriones transferidos (sin cultivo, con cultivo, e incluso con DGP), una histeroscopia y biopsia en el camino, cariotipos, test de fragmentación y FISH en mi caso, y todas las pruebas habidas y por haber.

Entiendo que todas estas pruebas eran necesarias para dar con la causa del fallo de implantación, pero lo que no es de recibo es que, ante la falta de respuestas, los médicos se quitaran el muerto de en medio apuntando sin sentido. Después del segundo intento, a mi mujer le detectaron “fallo ovárico” (ovario izquierdo bloqueado), cuando en el tercer intento produjo más ovocitos que en el derecho. Después de realizarme el test de fragmentación (más del 85% de los espermatozoides sin alteración), en un momento se nos dice que, aunque estén por encima, el tener un 15% de los espermatozoides fragmentados puede tener que ver con los fallos de implantación. Cualquiera que tenga unas mínimas nociones de estadística sabe que por debajo de un umbral, los porcentajes no son estadísticamente significativos y por tanto no se puede extraer ninguna conclusión al respecto. En otro momento, para responder a nuestras dudas acerca de la falta de éxito de los tratamientos, uno de los doctores de la clínica nos dice textualmente que “si no tuviéramos problemas, ya estaríamos jugando con nuestro pequeño en un parque”. Esa frase es de una bajeza y de una falta de sensibilidad que resulta hiriente. Podría seguir poniendo ejemplos en este sentido, pero no es mi intención extenderme demasiado.

Ante esa tesitura de bloqueo y de falta de respuestas médicas, optamos por acudir a IVI, y creedme que ha sido la mejor decisión que pudimos tomar. Las diferencias son palpables a todos los niveles: en primer lugar, el trato médico es bastante mejor al dispensado en TAMBRE, aunque imagino que esto dependerá en gran medida del/los doctor/es que lleven el caso. En segundo lugar, las diferencias en infraestructura gestión son abismales; por ejemplo, en IVI nunca tuvimos que esperar más de media hora en las consultas, mientras que en TAMBRE las esperas de entre hora y media y dos horas eran habituales. Pero lo más importante, y en tercer lugar, es que IVI está a años luz en cuanto a implementación de soluciones médicas pioneras para casos difíciles. Señores de TAMBRE, nuestro problema se solucionaba con una cosa llamada VITRIFICACIÓN, esto es, hacer el transfer de los embriones vitrificados una vez que los óvulos se han dejado reposar un mes para que no se alterara la función hormonal tras la punción, imposibilitando de esta manera la implantación. No ha habido que acudir a semen de donante ni a ovocitos de otra mujer, como se nos sugería en TAMBRE. Mi mujer no tenía fallo ovárico, y lo que existía era un fallo masculino localizado y acotado. Además, el éxito se produjo con una dosis de medicación mucho menor que en TAMBRE, donde las dosis de Gonal (especialmente en los dos primeros ciclos), no sirvieron para crear más ovocitos y sí para vaciar nuestros bolsillos.

Hoy estamos de seis meses y tres semanas, mi mujer se encuentra fenomenal (la criaturita pesa más de un kilo), y en poco más de tres meses veremos nuestro sueño hecho realidad. Un sueño que no habría sido posible si no hubiésemos tomado la decisión de abandonar a tiempo la clínica TAMBRE.

Espero que os sirva a tod@s de ayuda,
Saludos,