Ya tenemos la primera trastada… 
Como todos los niños, Héctor se pirra por tocar el mando de la tele, a ser posible el de ONO, que tiene los botones de colorines, y que cuando los tocas se enciende una lucecita roja.
No solemos dejárselos a tiro, pero ayer logró hacerse con él. Como la tele estaba apagada, lo dejé juguetear con él un rato, vigilando que no acabase lanzándolo como un proyectil (estamos en la fase “a ver si funciona la ley de la gravedad”).
No pasó nada, acabó por dejar el mando, y allá paz y aquí gloria… hasta que puse la tele un ratillo después de cenar, después de acostarlo.
La enciendo y… ¡me sale una peli!
No aparece la “mosca” del canal que la emite. ??? Le doy al botón de info, para ver qué canal es, y no funciona.  ??? Le doy a cambiar de canal, y no funciona.  ??? “Ya está, el enano se ha cargado el mando”, pienso. Le doy al volumen y me sale el indicador en color naranja, en lugar de azul. ¡¡¡¡AAAAAHHHHHH!!!! ¡Ya sé qué ha hecho el oso! ¡HA CONTRATADO UNA PELÍCULA DE PAGO EN OJO!
Mi marido se puso a renegar por lo que nos iban a cobrar, y yo estaba despelotada de risa en el sofá, diciendo “¡ya se lo descontarás de la primera paga!”

Así que atentas, mamis: ¡aunque la tele esté apagada, el mando de ONO funciona igual!