Hola chicas, en cuanto he tenido un rato me he puesto para contaros la experiencia.
Antolín nació el 7 de julio a las 21,30 h. Pesó 3,950 g. (con razón me dolían las costillas) y midió 52 cm.

Llevaba una semana cumplida, el lunes me fui al hospital con contracciones, flojitas, pero mi marido y mi madre estaban ya histéricos, a ver si iba a parir en el coche…
Efectivamente, todavía no estaba de parto, el cuello del útero no estaba borrado del todo, y me fui para casa. Dormí esa noche como pude, despertándome con las contracciones, y el martes me fui a mi médico, que tenía cita. Me dijo que el cuello estaba borrado, y aunque aún era pronto, como ya estaba cumplida y no veía las aguas claras, me dio el ingreso para estimular el parto.

Nada más llegar (sobre las 11h) la matrona me rompió las aguas y me enchufó la oxitocina para ir dilatando. ¡Qué calor dan las contracciones, madre! Mi marido no tenía manos para abanicarme…

Con 2,5 cm me bajaron a ponerme la epidural, porque las contracciones se me habían pasado a la espalda y tenía muchos dolores. Hasta aquí hubiera sido todo maravilloso, pq la epidural me hubiera ahorrado los apuritos que pasé después, pero…

Al rato de ponerme le epidural, las contracciones iban cada vez a más, y a mí me seguía doliendo todo. Solo me notaba la pierna izquierda dormida, pero el dolor abdominal y de espalda seguían cada vez más fuertes. Mi marido aguantando como un campeón mi cara desencajada y mis gemidos, sobre todo no podía entender cómo no me hacía efecto la epidural. La matrona no se lo explicaba, y el anestesista decía que todo iba bien, no hacía más que ponerme chutes de anestesia. Dilaté así hasta los 5 cm. en que cambió el turno y entró otro anestesista, que me cambió el catéter y por fin vi el cielo abierto. ¡Qué alivio, por Dios!

A las 21,00 me vio el ginecólogo y me dijo que el niño estaba muy alto, y que a lo mejor había que hacer cesárea. Esperamos un rato y fuimos a paritorio a intentarlo por vía vaginal. Empujé varias veces y parece que la cosa iba bien, hasta que a la matrona se le cambió la cara y vino el médico corriendo, pues el niño estaba en bradicardia (descenso del ritmo cardiaco). Fueron unos minutos de tensión que se me hicieron eternos. Lo reanimó poniendo dos dedos en mi barrriga e intentamos otro empujón, pero cada vez que yo empujaba, el niño bajaba y volvía a subir. Así que al final, cesárea.

Resultó que venía con una vuelta de cordón sobre el cuello, y por eso, pobrecito cada vez que empujaba él tiraba para arriba porque se ahogaba. Uf, qué diíta, ya se me está empezando a olvidar, pero vaya tela…

Y bueno, el niño está fenomenal, test de Apgar 9/10, y yo aún recuperándome de la cesárea, que es muy pesada.

Ahora estoy con la lactancia a demanda, que es estar todo el día con la teta fuera, a ver si ya coge su ritmo y podemos averiguar cuándo y por qué llora.

Pero la verdad es que es una experiencia única y fantástica, esto es AMOR con mayúsculas, y no me importa dormir mal y estar todo el día enchufada con el pecho: quiero disfrutar de cada instante.

Bueno, y eso es todo, que no es poco.

Un beso a todas.