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Aceite de amapola: el 'nuevo' remedio centenario para la infertilidad de la mujer



Se considera que una pareja es infértil cuando pasa un año tratando de concebir sin éxito. Llegados a este punto, los profesionales médicos de la reproducción decidirán cuál es la estrategia más acorde a su caso; para lo que necesitan que los dos miembros de la pareja se sometan a una serie de pruebas.

En el caso del hombre, en un principio suele bastar con un seminograma, mientras que en el de la mujer pueden realizarse otras muchas pruebas, entre las que se encuentra la histerosalpingografía, que se utiliza para estudiar el estado del útero y las trompas de Falopio a través de los rayos X.

Todo esto es necesario para diagnosticar la razón que ha llevado a la infertilidad, pero no para curarla; aunque, curiosamente, se han dado muchos casos de mujeres que, después de años intentándolo, se han quedado embarazadas durante el transcurso de estos exámenes previos.

Esto sin duda ha sido una gran noticia para ellas, un inconveniente para la economía de las clínicas reproductivas y una sorpresa para los científicos, que hasta ahora no habían conseguido dilucidar la causa de este repentino cambio en la fertilidad de las mujeres.

LA SOLUCIÓN

El factor común a todos estos embarazos inesperados suele ser la realización de la histerosalpingografía; pues los primeros casos comenzaron a darse en los albores de esta prueba, allá por los años 20 del siglo pasado.

Desde entonces, los médicos han sospechado que el responsable podría ser el lipiodol,  una solución de aceite de amapola, que solía usarse como contraste.

Sin embargo, también cabía la posibilidad de que fuese el simple lavado de las trompas el que favoreciese la fertilidad, independientemente de la sustancia que se hubiese utilizado para ello.

Por eso, con el fin de dar por fin una respuesta, un equipo internacional de investigadores ha estudiado las diferencias en la fertilidad de las mujeres que habían sido sometidas a esta prueba en 27 clínicas de los Países Bajos, utilizando como contraste en unos casos lipiodol y en otros una solución a base de agua.

Sus resultados han sido publicados en The New England Journal of Medicine y en ellos se observa que el 39’7% de las que recibieron lipiodol quedaron embarazadas después, mientras que sólo lo hicieron un 29’1% del resto.

Por lo tanto, se concluye que, a falta de nuevos estudios que lo terminen de confirmar, el uso de un fármaco basado en lipiodol podría servir como apoyo a las técnicas de reproducción asistida o, directamente, contribuir a evitarlas, suponiendo a las pacientes un ahorro considerable en tiempo y dinero.

Así es, parece ser que la solución a un problema tan difundido como la infertilidad podría llevar casi un siglo delante de las narices de médicos y pacientes a la espera de ser descubierta. Y es que, como ha ocurrido en tantas ocasiones a lo largo de la historia, los mejores descubrimientos son los que llegan por casualidad.