Skip to content

“El éxito de un trasplante de útero es que la mujer consiga dar a luz”



El ginecólogo sueco Mats Brännström orgulloso del avance médico que protagonizó el pasado septiembre: madre, hijo y donante sonríen a la cámara como prueba de la primera vez que una mujer con un trasplante de útero dio a luz a un bebé. Este caso ha sido el primero, pero no el único. “Otros dos embarazos han llegado a buen término”, dice Brännström en un despacho de la clínica Salud de la Mujer Dexeus de Barcelona, el mismo día que recogió un premio de esta institución sanitaria.

El médico, profesor de la Universidad de Gotemburgo, rememora por qué puso en marcha su proyecto de investigación. “Fue en Australia, en 1998, con una paciente que había sufrido un cáncer cervical y hubo que extirparle el útero. Ella me dijo que por qué no le hacía un trasplante, que su madre se lo podría donar… En realidad, yo nunca había pensado sobre eso y en ese momento me pareció una locura”, relata. Pero poco le duró la duda. Al año siguiente, su equipo empezó a investigar con animales. Se planteaba así realizar el primer trasplante temporal —tras el embarazo, el órgano se extirpa—, no exento de polémica. Para muchos, por la relación entre riesgo y beneficio que suponía el trasplante, la intervención no valía la pena. “Durante cinco años hemos trabajado y publicado bastante sobre el tema ético, pero no sólo los médicos, sino también los enfermeros y los pacientes”, reconoce el ginecólogo.

El equipo de Brännström tardó 12 años en perfeccionar la técnica y atreverse a practicarla en humanos. La idea era trasplantar el útero a mujeres que, pese a tener los ovarios intactos, carecían del órgano para gestar al bebé. Luego, se le transferiría un gameto fecundado.

Nueve suecas fueron trasplantadas con éxito. Pero todavía no se podía hablar realmente de éxito. “La primera victoria es la cirugía, luego que la mujer tenga la menstruación con normalidad y después el embarazo… Pero la definición del éxito del trasplante de útero es que la mujer consiga dar a luz”, sentencia.

Dos mujeres sufrieron rechazos y hubo varios abortos. Hasta ahora, tres de las jóvenes han conseguido llevar el embarazo a buen puerto y una cuarta está encinta de 18 semanas. “Podemos decir que ha habido tres trasplantes de útero exitosos en el mundo”, ríe el ginecólogo.

Él y su equipo hacen seguimiento a las madres, hijos y donantes que han participado en su proyecto. “Hay que asegurar que no les pase nada dentro de 15 años. Todavía no sabemos qué riesgos pueden tener a largo plazo, pero no sólo riesgos médicos, sino también psicológicos, por lo que el seguimiento de los pacientes es necesario”.

Brännström reconoce que, cuando inició la investigación, “no era consciente de la grandeza del proyecto” del que, asegura, sólo está en el principio. “Se trata de un nuevo concepto, pero no sólo desde el punto de vista médico, sino que también es algo con lo que puede empatizar mucha gente, porque hay muchas personas estériles que quieren ser madres”. Su equipo ya está trabajando en la posibilidad de emplear úteros de donantes fallecidos y tratarlos en el laboratorio con células madre de la trasplantada. “Así no te arriesgas a un rechazo porque estás utilizando células propias. Ahora estamos experimentando con animales, pero puede que tardemos como 10 años en probarlo”, explica.

El ginecólogo reconoce que recibe cientos de mensajes y correos electrónicos de mujeres de todo el mundo. “Yo les digo que por ahora solo estamos en Suecia pero que, con el tiempo, esperamos abrir más centros”. Brännström confía en que “esta técnica se va a extender”, pero tardará años en convertirse en un procedimiento rutinario para combatir la infertilidad.