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El olor de un bebé es una sensación de lo más placentera.



Las adicciones, un tema muy problemático y con una dificultad muy grande de abandonar al que la padece pero, en este caso que nos ocupa, no elegimos dejarla si no que el bebé crece y ya no tiene ese olor. ¡Puede ser el momento de tener otro bebé!

Para una madre, sentir el olor de su bebé es una sensación de lo más placentera. Un estudio reciente ha descubierto la explicación científica.

Un grupo de investigación sueco ha determinado que el olor de los bebés produce una reacción biológica natural vinculada a las funciones maternas, incluso en mujeres que aún no han sido madres.

El estudio ha demostrado que el olor de los recién nacidos activa una parte del sistema neurológico de las mujeres que se activa también después de comer o cuando un adicto consume droga. Es dónde reside el deseo por eso llega a ser tan adictivo.

Los investigadores estudiaron las reacciones del cerebro al estar en contacto con pijamas de recién nacidos en dos grupos de mujeres, uno de madres recientes y otro formado por mujeres sin hijos. Evaluaron el olor percibido según familiaridad, agrado e intensidad. El resultado de las evaluaciones cualitativas fue muy similar en ambos grupos.

Por el contrario, se midió la actividad cerebral por resonancia magnética funcional y en este caso sí que se detectaron diferencias significativas. La actividad neuronal de las madres recientes era mayor. Esta modificación en la respuesta podría ser la expresión que asegura el cuidado de la madre hacia su hijo.

Esta investigación demuestra que el olor de los recién nacidos tiene un papel importante en el desarrollo de respuestas motivacionales y emocionales y que actúa de intermediario en el vínculo entre la madre y el hijo ya que ayuda al desarrollo de funciones maternas como la lactancia y la protección. Es una forma de conexión más entre la madre y el bebé, como las miradas y la voz.

Es una muestra evidente de nuestra condición de mamíferos, de cómo estamos programados de forma natural para tener comportamientos de amor y protección hacia los hijos, es puro instinto.