Skip to content

Investigar con embriones



Hay tres argumentos muy claros para pedir esta revisión. El primero, tal como denuncian los científicos, que estas dos leyes contienen en su articulado elementos opuestos al ordenamiento jurídico europeo y específicamente a una sentencia (caso Brüstle v. Greenpeace) del Tribunal Europeo de Justicia de 18 de octubre de 2011, justo hace un año, que excluyó, sin lugar a dudas, la posibilidad de registrar en toda Europa patente alguna que sea fruto de “investigaciones con fines comerciales, industriales o de investigación médica que requieran la previa destrucción de embriones humanos o su utilización como materia prima porque esa actuación viola la protección debida a la dignidad humana”. La única exclusión que recoge la sentencia es que “el objeto de la patente sea la utilización con fines terapéuticos o de diagnóstico que se aplica al embrión y que le es útil”.

La sentencia señala, además, que “constituye un embrión humano todo óvulo humano a partir del estadio de la fecundación, todo óvulo humano no fecundado en el que se haya implantado el núcleo de una célula humana madura y todo óvulo humano no fecundado estimulado para dividirse y desarrollarse mediante partenogénesis”.

El segundo argumento es que sabemos con seguridad que el núcleo de una célula troncal adulta guarda toda la información genética necesaria para el desarrollo de un ser adulto y que las investigaciones con células madre están cosechando resultados importantes. Como dice Cesar Nombela, los avances iniciados en 2006 por el reciente Premio Nobel, el japonés Shinka Yamanaka, hacen innecesaria la destrucción embrionaria para obtener células madres pluripotenciales, las que poseen la capacidad de convertirse en cualquier tipo celular especializado.

El tercero y más importante es que tras más de diez años de trabajos con células embrionarias, los resultados terapéuticos han sido nulos. Todas las promesas irresponsables y fantásticas de entonces se han quedado en nada. El respeto a la legalidad y a la dignidad humana y el progreso científico son compatibles. O deberían serlo siempre. El problema es que, además de algunos irresponsables disfrazados tras una bata de falso progresismo, éste es un negocio que mueve muchos millones. Y algunos no parecen dispuestos a renunciar a ellos. ¿Cuánto se ha gastado España y cuántos proyectos se siguen financiando a pesar de lo que sabemos?