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Más de 30 niños encuentran una familia cada año gracias a las adopciones nacionales



Juan Chicón y David Lechón tuvieron que hacer un máster en paternidaden poco tiempo. Su hijo llegó a su vida con 9 años “y una mochila de experiencias” en 2013. “Al principio fue duro, pero nos hemos adaptado los tres bien. La adopción es un proceso largo y complicado, y, al final, muy gratificante“, reconoce Juan.

Su hijo es uno de los cerca de 350 menores nacionales que han sido adoptados en Aragón en la última década. El número de adopciones se mantiene más o menos estable cada año, mientras que el número de solicitudes ha bajado. En 2015 hubo 32 adopciones y 85 solicitudes; en 2010, 44 adopciones y 149 solicitudes. En 2016 (datos hasta agosto), 16 adopciones y 63 solicitudes.

“Hay pocos niños para dar en adopción y su número no varía mucho de un año para otro. Los sistemas de protección de menores intentan garantizar que los niños estén con su familia biológica o alguien de su entorno. En los casos en los que no es posible (porque los padres biológicos han renunciado tras el nacimiento, la familia está muy deteriorada o no hay familiares cercanos), se les busca una adopción”, explica María José Bajén, jefa del Servicio de Atención a la Infancia y la Adolescencia del Gobierno de Aragón. Las adopciones internacionales aún han caído más, por los cambios y las trabas en los países de origen. El año pasado llegaron 28 niños y hace una década, 211.

La crisis no ha afectado al número de niños disponibles, pero sí al de personas dispuestas a adoptar. “El número de solicitudes ha bajado mucho en los últimos años. Hay familias que han anulado su solicitud por cuestiones económicas o sociales. Las adopciones nacionales no tienen ningún coste, pero el proceso es largo y requiere mucho compromiso. Desde que presentan su solicitud hasta que se resuelve la idoneidad hay un periodo máximo de cinco meses. Después no damos ninguna garantía de plazos ni de si van a poder llegar a adoptar”, apunta María José Bajén.

Juan y David tuvieron que esperar seis años. “Nos casamos en 2006 y en 2007 iniciamos a la vez los procedimientos de adopción nacional e internacional. Enseguida nos dijeron que en el extranjero no teníamos opciones por ser una pareja de chicos. Para las adopciones nacionales no hay trabas, pero la espera se hace muy larga. Hasta que un día nos llamaron y nos dijeron que había un chico de 9 años. Y dijimos que sí“, cuenta Juan, que trabaja en la Federación Aragonesa de Voleibol. Su pareja es profesor en la Universidad de Barcelona.

Estudia 1º de la ESO. Le cuesta un poco Matemáticas, pero va bien en el curso. El año pasado sus padres le buscaron un profesor particular para repasar en casa. También trabaja con una psicóloga para aprender a controlar sus emociones.

La relación con la familia biológica puede ser un asunto complicado en algunas adopciones nacionales. No lo es para ellos. “Tenemos mucha relación con el hermano mayor, que vive con otra familia en Zaragoza. Nos vemos todas las semanas y vamos de vacaciones juntos. Otro hermano suyo vive fuera de Aragón. Y con los padres biológicos no hay ningún tipo de relación”, explica Juan.