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Una maternidad diferente: mi bebé estrella y mi bebé arcoíris



La maternidad deseada, ansiada y esperada es todo un evento para una mujer. ¿Por qué? porque llena su mundo de color, enciende chispas, y porque, en resumen, le permite explorar lo mejor de sí y darlo al mundo. En este sentido, la maternidad se convierte en un elemento potenciador además de una fortaleza.

A pesar de ello, no todas las mujeres experimentan la maternidad de la misma manera. En algunos casos, la diferencia es más evidente y abrupta que en otras. Aún así el deseo de la mayoría de las mujeres es lograr una gestación sana que pueda llegar a su culmen exitosamente.

Pero hay algo que debemos tener en cuenta: aunque nuestro deseo sea llevar un embarazo normal, no podemos controlarlo todo. Cuando los misteriosos designios del destino intervienen en nuestras vidas, muchas veces pueden sorprendernos con una maternidad distinta a la que imaginábamos.

A veces la vida nos puede llegar a sorprender con una maternidad distinta, independientemente de nuestros deseos.

¿De qué se trata este tipo de maternidad?

”Maternidad diferente”, ”bebé estrella” y ”bebé arcoíris”. Estos conceptos son relativamente nuevos en la sociedad, por tanto, es perfectamente comprensible que no los reconozcamos a la primera. Para ayudarte a identificarlos, a continuación vamos a brindarte algunas pistas esclarecedoras al respecto.

La maternidad diferente se trata de aquella que no sigue los caminos convencionales y que no coincide con nuestros deseos. En otras palabras, es aquella maternidad que llega a nuestras vidas de la forma en que menos lo esperábamos. Ahora, dentro de este tipo de maternidad, se encuentran los que se conocen como bebés ”estrella” y/o ”arcoíris”.

Los conceptos

En primer lugar, un bebé estrella es aquel que logró vivir en el vientre materno, pero que nunca llega a este mundo debido a complicaciones que, a menudo, escapan de nuestras manos. Esta bebé ha sentido el cariño de sus padres y los ha llenado de ilusión pero se fue antes de lo previsto, como una estrella fugaz.

Afrontar las circunstancias del bebé estrella es complicado. El bebé fallecido durante el periodo gestacional,  implica que la maternidad de un vuelco drástico y es inevitable que el duelo se instale en nuestra vida. La ilusión se opaca, parece desvanecerse y el mundo pierde ese brillo especial que nos habíamos acostumbrado a encontrar en él. Con ello, la depresión nos asalta.

El bebé que partió antes de lo esperado, forma parte de nosotros y de la familia. A pesar de su partida, su recuerdo se valora y se le ama, aún en la distancia del tiempo y el espacio. Su recuerdo puede ser agridulce al principio, pero luego, cuando el dolor se atenúa, podemos aprender a sentirlo más dulce que amargo.

Cuando logramos continuar, seguir adelante y superar el dolor, estamos aptos para volvernos a ilusionar con la maternidad.

En este nuevo embarazo, post-duelo, es cuando llega a nuestras vidas el bebé arcoíris. Este bebé es aquel que nace tras aquella estrella fugaz y que viene cargado de luz y color para iluminar nuestras vidas y devolvernos la alegría de vivir ilusionados con ese brillo especial que tiene el mundo cuando experimentamos la maternidad.

La estrella fugaz

La estrella es un cuerpo físico que podemos apreciar en el cielo. La estrella, es un fenómeno natural, real, aunque distante. Sin embargo, no por eso deja de ser hermoso ni mágico. Lo mismo pasa con ese bebé que esperábamos. No llega directamente a nuestras manos, pero toca nuestras vidas con su estela. Su dulzura permanece en lo celestial.

Esta pérdida es irreparable, se puede decir que las madres nunca se recuperan del todo de ella, pero de alguna manera se aprende a vivir con esto y sí es posible salir adelante. Afortunadamente, si hay algo que brinda la maternidad (sea del tipo que sea) es la capacidad infinita de amar una y otra vez.

La experiencia de haber tenido un bebé estrella, es un primer contacto con la maternidad que nos enseña a amar y esto, no se puede olvidar. Esa pequeña vida que creció dentro de nuestro vientre, nos hizo mamás.

La lluvia se va, tarde o temprano, y el sol vuelve a salir. La vida se abre camino y en sus giros, vuelve a sonreírnos con una nueva maternidad y con un embarazo que se cumple tal y como lo deseábamos (incluso a pesar de nuestros temores), con lo cual llega a nuestras vidas un precioso bebé arcoíris.

¡Nace el bebé arcoíris!

No todo es bueno en la llegada del arcoíris, porque el primer requisito para que aparezca, es que haya habido tormenta. Si tomamos en cuenta que esta tormenta se refiere al dolor de los padres por una pérdida, nos encontramos con un contexto difícil para el nacimiento de esta criatura.

Haciéndole honor a su nombre, el bebé arcoíris llena de luz y color el cielo otra vez. Aparece como ese rayo de esperanza e inspiración que tanto necesitábamos y que estamos listos para abrazar y disfrutar al 100%.

El bebé arcoíris nace tras la adversidad, pues sus padres han conocido un duelo que les hace sentir miedo por el nuevo proceso de gestación (y alumbramiento). Esta condición provoca que la maternidad sea diferente, que se exagere en los cuidados y que los padres sean cautos a cada paso. Pero este arcoíris se despliega con fuerza en nuestras vidas dispuesto a redimir nuestro dolor.

A pesar del temor y el duelo del bebé estrella. La esperanza aparece finalmente en todo su esplendor. La Luz se rompe en miles de colores y nos devuelve el calor y la alegría. Mejor dicho, nos brinda una nueva alegría, una maternidad renovada, radiante, de nuevas posibilidades y sonrisas.