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Las reacciones de nuestro entorno ante la infertilidad



El sendero de la infertilidad, pues, se hace difícil: en él nos encontraremos con gente que nos apoyará, sí, pero también con otros que no nos entenderán y nos dirán lo fácil que es eso de “iros de vacaciones y seguro que os quedáis embarazados” o “no te comas tanto el tarro, eres demasiado joven”. Hay que ser fuertes y aceptar todo lo que nos dicen sin ponernos a la defensiva, porque no es nuestra culpa ni la suya, simplemente hay una laguna de información entre el que sufre la infertilidad de puertas para adentro y los demás; aquí se cumple muy bien aquello de que “los toros se ven muy bien desde la barrera”. Vivirlo de primera mano es muy diferente.

La sociedad está algo indocumentada al respecto: ha oído muchas historias de conocidos y familiares o ha visto películas, tras lo que se permiten hacernos comentarios que sin ser intencionados, son molestos para los que estamos atravesando este camino. Todo no es como se les ha presentado en la ficción audiovisual -que ha hecho demasiado daño a todos- y en los cotilleos de conocidos.

Es cierto que se puede favorecer la fertilidad mediante terapias naturales y que podemos reducir el estrés y la ansiedad, siempre puedes ponerte en manos de especialistas y que te asesoren para conseguirlo; pero hay que recordar que la mayoría de las veces estas soluciones suelen ser complementos de los procesos de tratamientos médicos, ya que esta ansiedad y el estrés están creados por la infertilidad y toda la presión a la que están sometidos quienes llevan tiempo intentándolo. Por otra parte, también existen alimentos y una inifnidad que factores que podrían influir en la fertilidad, tanto de forma positiva como negativa, y a los que estamos expuestos a lo largo de nuestra vida sin darnos cuenta.

Nadie posee una solución mágica para la infertilidad, nadie sabe a ciencia cierta si solo yéndote a una isla desierta y llevando una dieta superfértil conseguirás un bebé ni si haciendo 10 FIVs tendrás el éxito, cada cuerpo es un mundo. Y además, todo depende de lo que cada cual vea conveniente teniendo en cuenta sus creencias, situaciones y recursos.

La gente lo que no sabe, antes de comentar al respecto en algunas ocasiones, es que antes de haber recibido resultados que digan que necesitas acudir a la reproducción asistida, las parejas han llevado meses e incluso años intentándolo de forma natural o que la infertilidad viene derivada de alguna otra enfermedad ya existente que padezcamos. Para ellos es muy fácil decir que eso “cuando te relajes se pasará” o que estamos “obsesionados” con tener un hijo.

La historia de siempre, el tabú de la infertilidad nos persigue

En general la sociedad necesita aprender mucho aún sobre estos temas, aunque cada vez se gana más en visibilidad y normalidad, se va ganando empatía. Lo mejor que se podría hacer es que los propios pacientes compartan algo de la información que reciben con respecto a la reproducción asistida con sus parejas, familiares, amigos y/o colegas de trabajo, de esta forma poco a poco con el boca a boca se irán rompiendo tabúes.

No es obligatorio contarlo, pero sí que es necesario ir abriendo el camino para que la sociedad deje de verlo como un tabú: ese tabú muchas veces lo construimos nosotros mismos al no hablar de ello como algo natural y hacer de ello todo un misterio o un secreto. Esta es la forma de acabar con las ya mencionadas miradas de pena innecesarias y cotilleos interminables en los círculos de nuestro entorno. Pero todo tiene sus límites, no hay que contárselo a todos ni con todos los detalles.

Por poner un ejemplo de cómo afecta la noticia en el mundo laboral, una usuaria de nuestro foro nos cuenta que en su trabajo ya no tiene que poner excusas para controles de fertilidad y otra nos comentó que descubrió el permiso para técnicas de reproducción asistida, por el cual uno puede tomarse días y semanas de descanso para estos procesos, aunque no es bueno pedir demasiado tiempo por salud mental, es preferible mantenerse activos trabajando y haciendo otras cosas que nos hagan estar ocupados y sin tiempo para “darle al coco”.

Hay que saber elegir muy bien a quién contárselo

Al contarlo, lo ideal es que se entienda la situación y que existe un problema médico y se muestre una empatía y un apoyo real. Según a quién se lo contemos, dependiendo del grado de confianza y de preparación cultural de las personas en cuestión, conseguiremos en mayor o menor medida estos objetivos.

Es necesario saber elegir bien a quién se lo cuentas, porque de ello dependerá la reacción, aunque nunca vamos a saber del todo cómo van a reaccionar: a veces pensamos estar apoyándonos en la persona adecuada y luego resulta que estábamos equivocados, incluso siendo alguien de nuestra propia familia. No todos están preparados y no todo vale.

La experiencia de nuestra usuaria en el foro toyenello nos cuenta que este último punto es muy importante, puesto que ella ha llegado a recibir comentarios del calibre de “estáis luchando contra la naturaleza” y “quizá deberías plantearte dejarlo, porque la naturaleza es sabia”. Seguro que no ha sido la única. Al final, lo que ella ha decidido ha sido seleccionar muy bien a quién se lo cuenta y a quién le responde con evasivas de una forma correcta.

Carol-SM, otra asidua a nuestro foro, nos explica la diferencia de reacciones entre su familia y la de su marido. La educación familiar de cada casa también influye bastante; en el caso de su familia, no hubo ningún problema desde el principio, todos lo supieron, siendo su madre enfermera y acompañándola a todas las pruebas que les han hecho, además. Por otra parte, en la familia de su marido, donde el padre de él fue militar y con otra mentalidad, ha costado más la aceptación y recibir apoyo. No todas las familias tienen el mismo carácter y forma de pensar, y en su caso les fue difícil. “Pero bueno, la cosa es que hace un año, cuando conseguimos un embarazo de mellizos, se lo contamos todo con pelos y señales; les contamos todo lo que habíamos pasado hasta llegar ahí… aunque perdí el embarazo a las nueve semanas y ahora ya no preguntan nada… Sólo si mi marido les cuenta algo de vez en cuando, se van enterando de las cosas”, nos explica. Hay que ir con tactos diferentes a la hora de abordar estos temas con cada uno, aunque no siempre se puede y al final, como nos cuenta, han terminando contándoles las cosas “a toro pasado”, después de que ya haya pasado esa fase y se encuentren en una más segura.

Lo que sí que es un alivio, ha añadido nuestra forera, es que al enterarse su familia política se han conseguido olvidar de la siempre dañina pregunta de “¿Para cuándo el bebé?”, uno de los mayores miedos de quienes atraviesan este camino.

Y para ejemplar muestra de algunas familias que han dado bastante apoyo a nuestras foreras, el caso de blanch27, que demuestra que se puede hacer mucho más fuerte el vínculo con los nuestros:

“Por supuesto que debo decir que mi marido día a día con su apoyo y su cariño es el que tiene más detalles, pero el que me hizo llorar fue el de mi hermano, un chavalín de 22 años estudiante y en paro que siempre ha sido un poquillo gamberro y pasotilla y que cuando el se enteró de todo el esfuerzo económico que teníamos que hacer me dijo sin yo decir nada:

 -”Que sepas que en cuanto yo tenga dinero lo primero que voy a hacer es ayudaros”.

Y, qué quereís que os diga, me eché a llorar por ver esa intención de mi hermano renacuajo por ayudarnos en lo pueda. He de decir que con lo poco que ha tenido, se lo ha quitado de sus cosas para ayudarnos. Cuando vino a decirnos eso lo único que pensé es que de todo siempre se saca algo bueno. La unión y fortaleza que ha adquirido nuestra familia y en particular nuestro matrimonio.”

Otra constante es sentirse acribilladas a preguntas impertinentes sobre el tema durante los periodos entre pruebas y resultados, que no apoyan, sino más bien lo contrario. Ya se le dedican suficientes horas al tema como para que nada más salir a tomar algo con alguien salga el tema y estén preguntando. Descansar e intentar evadir la cabeza de los pensamientos de la infertilidad es necesario para la salud mental. También tiene nuestro entorno que ver esto y aportarnos una empatía real y estar ahí para lo realmente importante, no solo preguntando sobre el tema.

Nuestros círculos más cercanos podrían darnos un poco de normalidad en nuestras vidas haciendo planes que nos eviten darle más vueltas al problema, es decir, no metiendo más el dedo en la yaga, que es lo último que se necesita en algunos momentos. Hay que tener en cuenta que la infertilidad es algo que probablemente ya consuma una gran parte de nuestra cabeza en nuestro día a día, estemos donde estemos.

Asimismo, no podemos olvidar que todos necesitamos momentos de desahogarnos con los que lo saben y nos apoyan, ellos están ahí para darnos ese calor humano y su cariño de forma genuina.

Encontrar un equilibrio entre ambas posiciones sería lo mejor. Pero lo difícil está en saber encontrar a esas personas que nos harán sentirnos seguros y cómodos, no por ser de nuestra familia o ser nuestros amigos de siempre van a tener que ser ellos. Volvemos a lo de informar y educar a los demás con la infertilidad, todo depende mucho de sus creencias en torno al tema… aunque no siempre seremos capaces de ello. Cambiar las creencias de las personas no es algo fácil, pero tampoco imposible.