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¿Qué es el fallo de implantación embrionaria?



En la medicina de reproducción asistida se conoce como fallo de implantación embrionaria o también por sus siglas en inglés, RIF, Recurrent Implantation Failure, y se ha definido, como el fallo o no gestación después de tres ciclos completos de FIV ( fecundación in vitro ) o también como la no gestación, después de la transferencia de más de diez embriones de buena calidad. Esta definición no es completa, puesto que hay que considerar el número de intentos, la calidad embrionaria, la edad de la mujer, cual es el número de embriones implantados en cada intento y la presencia de otros factores, tanto referentes a los embriones como al útero, que también afectan a la implantación. Para abordar adecuadamente el problema es necesario conocer la etiología del problema.

Desde el punto de vista fisiopatológico, podemos dividir las causas en:

  1. Causas que dependen del los embriones: translocaciones recíprocas Robertsonianas
  2. Causas dependientes del endometrio: infecciones, causas endocrinas, por causa de la tiroides, de la diabetes o de anomalías uterinas u otras enfermedades autoinmunes.
  3. Debidas a una respuesta anómala en el llamado crosstalk o diálogo cruzado entre el embrión y el endometrio.

En algunos casos el fallo se debe a un aumento en el endometrio de las células NK Natural Killer, estas son responsables del sistema inmunológico y pueden destruir el embrión al tomarlo como una célula extraña a la madre. La detección de estas anomalías, permite pautar tratamientos personalizado a las mujeres susceptibles de seguir una terapia inmunológica. Cuando se produce una elevación del nivel sérico de progesterona, en la fase final de la estimulación, también pueden verse disminuidas las posibilidades para que los embriones implanten.

En la mayoría de los casos, las causas de los fallos de implantación embrionaria afectan a la receptividad de los embriones y son debidas a múltiples factores. Pueden estar implicados problemas uterinos, como son las alteraciones anatómicas, problemas del endometrio, cicatrices, tumores benignos, adherencias, infecciones o inflamaciones, con problemas embrionarios, como son las anomalías cromosómicas o genéticas. Así mismo hay que descartar problemas hormonales, metabólicos, inmunológicos o de la coagulación de la sangre, que puedan ser los responsables de los fallos en la implantación.

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