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Los embriones congelados, nuevo caballo de batalla en los divorciados



Hay que decidir quién se queda con la casa o el coche, quién se hace cargo de los niños o cual de los dos cuida al perro a partir de ese momento. Si no existe una separación previa de bienes, la cosa puede acabar muy mal. Sin embargo, ahora los tratamientos de fecundidad in vitro han puesto una nueva barrera. ¿Quién se queda con los embriones congelados que se guardan para efectuar el tratamiento?

Los problemas en este sentido han ido aumentando en los últimos años con el auge de estas técnicas. Hay que tener claro que, aunque un embrión no es un hijo, ha sido creado por un óvulo y un espermatozoide, por lo que la consideración debería de ser la misma. Además, surge una cuestión nueva: si rompemos con nuestra pareja, ¿tenemos derecho a tener ese hijo por nuestra cuenta?

La cuestión es que el sistema jurídico no cuenta con normas claras en este sentido y las sentencias de este tipo han sido muy dispares.

En 2004, por ejemplo, una mujer y su esposo del Condado de Chester, en Pennsylvania, guardaron su embrión antes de que ésta se sometiese a distintos tratamientos de quimioterapia para curar el cáncer de mama que sufría. Tres años después el marido le pidió el divorcio.

El conflicto surgió cuando la mujer, Andrea Reiss, manifestó su intención de quedarse embarazada. Entonces su ex pareja, Bret Reber, abogó porque había que destruirlos. Un Tribunal del Condado de Chester falló a favor de la mujer, en lo que fue el primer caso conocido de una sentencia a favor de permitir a la mujer usar los embriones sin el consentimiento de su ex marido. Ahora el caso está recurrido ante el Tribunal Superior de Pennsylvania.

Aunque pocos casos han llegado a los tribunales, las diferentes visiones indican que existe una gran incertidumbre sobre el asunto, aseguran los abogados. “Tenemos un mosaico de enfoques en cada uno de los estados del país”, explica Charles Kindregan, profesor de Derecho de la Universidad de Suffolk en Boston y experto en la ley de reproducción asistida, al diario The Wall Street Journal.

La gente tiene derecho a cambiar de opinión y nadie debe ser forzado a ser padre

Algunos centros de fertilidad se han adelantado a esta cuestión y piden a las parejas que desean someterse a esta técnica que realicen un acuerdo previo para aclarar qué sucederá si llegan a divorciarse. Sin embargo, algunos tribunales como el del estado de Nueva York difieren de ese pacto.

Los de otros estados, como Massachusetts o Nueva Jersey, han determinado que prevalece el derecho de no tener un hijo de una de las dos partes, aún cuando en su momento se acordó que se podrían usar los embriones tras el divorcio. “La razón es que la gente tiene derecho a cambiar de opinión y nadie debe ser forzado a convertirse en padre en contra de su deseo”, asegura Susan Crockin, abogada de adopciones y de tecnología reproductiva en Newton, Massachusetts.

Un tribunal permite a una mujer usarlos sin el permiso de su ex marido

La instancia judicial ha permitido hasta ahora a una mujer usar embriones en contra de la voluntad de su ex marido, pero los tribunales han dejado esa posibilidad abierta, sobre todo en situaciones en las que el uso de los embriones podría ser la última oportunidad de la mujer para tener un hijo biológico. 

“El derecho constitucional para evitar la procreación está bien definido”, explica Maureen McBrien, abogado una de las familias afectadas de Boston y coautor con Kindregan de un libro de texto sobre la tecnología de reproducción asistida. “Pero lo que está menos claro es el derecho constitucional a reproducir y si ese derecho se extiende al de tener un hijo biológico”.

Muchos abogados piden mantener el asunto fuera de los tribunales

El caso de Pennsylvania, Reber vs Reiss, podría poner a prueba este derecho. En documentos judiciales, el señor Reber sostuvo que nunca tuvo la intención de tener hijos con su entonces mujer y que guardaron los embriones poco después de que Reiss fuera diagnosticada de cáncer, sólo como una “salvaguarda” en caso de cambiar de opinión. 

En el fallo del juez se explicaba que sin estos embriones la señora Reiss no podría tener hijos y consideraba que la adopción no era “una alternativa equiparable”. El abogado de la mujer se mostró satisfecho por la sentencias, pero aseguró que “éste era uno de esos casos en los que realmente podría haber pasado cualquier cosa” en la apelación. Esa incertidumbre hace que muchos abogados pidan mantener el asunto del control de los embriones fuera de los tribunales.

Jason Hopper, un abogado de Indianapolis, Indiana, señaló que hace varios meses llegó a un acuerdo fuera de las instancias judiciales en nombre de un hombre que no quería que su ex mujer usase sus embriones. El acuerdo establecía que se mantendrán congelados, de momento, y se responsabilizaría a la clínica de fertilidad si se llegasen a utilizar sin el visto bueno del marido.

Algunos profesionales de derecho familiar dicen que nuevas leyes pueden ser necesarias. “La ley tiene que mantenerse al día respecto a las nuevas tecnologías”, comentó Lee Rosen, un abogado de divorcio en Raleigh, Carolina del Norte.