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Madre soltera: “tuve que entregar una carta de la clínica donde me sometí al tratamiento de fertilidad”



Como no fue suficiente la fotocopia del libro de familia donde no figura ningún padre, tuve que entregar una carta de la clínica donde me sometí al tratamiento de fertilidad con donante anónimo para que vieran que era cierto. Todavía me pregunto para qué me hicieron perder el tiempo pidiendo ese certificado, ya que no hay ningún punto adicional por ser familia monoparental. Al entrevistarme con la directora del centro y protestar por dicha situación su respuesta fue: ‘señorita, solas estamos todas, no hay ninguna diferencia entre usted y una pareja‘.

Hay veces que una tiene que respirar muy profundo para no soltar toda clase de improperios, ya que por mucho que yo haya elegido ser madre sola y haya sido la mejor decisión de mi vida, mi situación dista mucho en todos los aspectos de ser la de una pareja que tiene un hijo.

Desgraciadamente como esta situación podría contar muchas más de las discriminaciones que sufrimos a diario las mujeres que hemos decidido emprender la aventura de la maternidad en solitario, desde el comentario de ‘usted dice ahora que no tiene padre, pero igual luego aparece…’,  hasta no querer ponernos en primer lugar en el libro de familia, dando lugar a situaciones cómicas (aunque para mí no lo sean) y que la niña aparezca en el libro de familia como hija de un guión y de mí misma en segundo lugar.

Desde el jueves pasado ya tenemos otra discriminación más, junto con las mujeres con pareja homosexual: quedamos excluidas de la sanidad pública en cuanto a tratamientos de reproducción asistida se  refiere. La señora ministra podría haber recortado en función de la edad de la paciente, de la renta o en el número de tratamientos que la  sanidad pública cubre pero no, ha pensado que es más lógico discriminar a  todos los que no compongan una pareja ‘como dios manda’: un hombre y  una mujer.

Seguramente la señora Mato ha decidido no leer ninguno de  los múltiples informes que señalan quepor norma ninguno de los dos  colectivos tiene problemas de fertilidad, con lo cual suelen salir más  baratas que una pareja que al acudir a dicho sistema sí que los suele  tener.  Dicho esto me gustaría acabar diciendo que yo fui una de las afortunadas que sí que fue atendida por la sanidad pública madrileña, cosa que ni siquiera en ese momento (año 2007) se hacía con mucha facilidad, ya que se dejaba al criterio del jefe de la unidad en cuestión o del hospital. Pero tuve la suerte de que el hospital que me correspondía tenía (y tiene) una jefa de unidad que no discrimina y no me puso ninguna traba por no tener pareja.

Os animo a apoyar la acción con vuestra firma para que no seamos consideradas ciudadanas de segunda clase, aunque a la hora de pagar  impuestos no tengamos ningún tipo de exención fiscal.