Skip to content

El alcohol y la fertilidad



Aunque el alcohol nos pueda servir para deshinibirnos y mostrarnos sexualmente más “juguetones”, a la hora de concebir tiene sus acciones negativas.
 
Cuando se trata del hombre el que ingiere alcohol, provoca que su hígado produzca enzimas para digerirlo y por tanto, eliminará el exceso de hormonas. Los hombres que habitualmente beben alcohol, pueden acumular residuos de estrógeno. El desequilibrio de esta hormona hace que la bebida interfiera en la síntesis y secreción de testosterona.  Esto produce una reducción en la potencia y la cantidad de espermatozoides.
 
Por otro lado, el alcohol bloquea la absorción del mineral más relacionado con la fertilidad, el zinc. El zinc se encuentra en grandes concentraciones en los espermatozoides y es vital para que los testículos fabriquen un semen saludable. Varios estudios han demostrado que reduciendo el zinc de la dieta, se reduce el conteo de espermatozoides.
 
Por tanto, teniendo en cuenta que el esperma producido mientras se ingiere alcohol es menos saludable y efectivo, y que los espermatozoides requieren 3 meses para madurar, sería apropiado reducir su consumo a partir de los tres meses antes de cualquier tratamiento de fertilidad.
 
En el caso de la mujer que ingiere alcohol habitualmente, las investigaciones señalan que quienes beben habitualmente pueden dejar de ovular mostrando dificultades para lograr un embarazo.  Incluso en los casos moderados, pueden tener un aumento de la prolactina, la cual inhibe la ovulación.
 
En este sentido, un estudio realizado a más de 400 mujeres mostró que sólo copas de vino a la semana podían actuar como anticonceptivo o dificultar la concepción. El resultado verificado en distintas investigaciones fue que quienes bebían menos de cinco unidades de alcohol por semana tenían el doble de posibilidades de quedar embarazadas en seis meses respecto de aquellas que bebían más.
 
La naturaleza es tan sabia que cuando se aprecia que el feto no es viable, induce la pérdida natural, razón por la cual son tan comunes (dos veces y media más) los abortos espontáneos en las mujeres que beben todos los días.