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La historia de la Infertilidad



Ya hablamos en otro artículo sobre las “venus”, esas figurillas femeninas que invocaban la fertilidad, y es que el no poder concebir un hijo representaba un gran problema desde tiempos prehistóricos, no solo para un hombre y una mujer, sino para todo el clan.

En el antiguo Egipto no se consideraba un castigo divino, sino una enfermedad que como tal debía ser diagnosticada y tratada (papiro de Kahoun y Ebers). En este sentido hay que destacar cómo diagnosticaban una gestación temprana (recordemos que en ocasiones mezclaban granos de trigo con la orina de las mujeres embarazadas consiguiendo diagnosticar el 40% de ellos). Eran conscientes de que no todas las causas de infertilidad eran debidas a la mujer y aluden a la infertilidad masculina, pero en lo que a tratamientos se refiere no avanzaron mucho.

La civilización Hebrea la consideró un castigo divino y no es de extrañar porque la orden de Dios a Adán y Eva fue precisamente la de “Ser fructíferos, multiplicaos, y repoblar la tierra” (Génesis 1,28), es decir, el embarazo era un regalo de Dios.

Los griegos y más concretamente la escuela de Hipócrates, recogería muchos aspectos de la medicina egipcia en lo que al embarazo se refiere, y así, Hipócrates consideraba que la infertilidad podía deberse a: una mala posición cérvix (cuello del útero); a flujo menstrual excesivo; un prolapso uterino; una obstrucción del orificio uterino… Algunos de los tratamientos que utilizaron fueron precisamente abrir ese orificio mediante compuestos o dilatándolo con sondas de plomo, algo que lo único que conseguiría era que se hiciera más difícil un embarazo.

Las jóvenes romanas que buscaban un embarazo se dirigían al Templo de Juno al considerar que los dioses tenían mucho que decir al respecto, pero es en siglo I-II d. C. que encontramos a uno de los grandes y pioneros especialistas, Sorano de Efeso, el primero en separar la práctica médica de su tiempo de la religión.

La escuela árabe con Avicena consideró que la infertilidad podía tener un origen femenino o masculino en relación a una alteración de los “espermas” o a una anormalidad del tracto genital. Al igual que la escuela hipocrática se fijó en muchos aspectos de la medicina egipcia.

Santo Tomás de Aquino influiría como pocos en el pensamiento medieval estando la medicina de estos tiempos más cerca de los ritos y costumbres. No será hasta el Renacimiento que se avanzaría en la anatomía (Vesalio, Leonardo da Vinci, Ambroise Paré, Gabriel Falopio…) y en 1677, gracias al invento del microscopio, permitiría por primera vez en la historia que Anthony Van Leeuwenhoek visualizara a esos “animálculos” conocidos después como espermatozoides. El avance en la ciencia médica sería exponencial con los trabajos de William Smellie, Giovanni Battista Morgani, Sims y tantos otros.

La primera inseminación con éxito realizada en mamíferos se debe a Lázaro Spallanzani en 1784 y un año después, un rico comerciante aquejado de hipospadia, una malformación de la uretra donde la abertura se sitúa por debajo del pene en vez de en el extremo del glande, se ofrecería al cirujano John Hunter para intentar la primera inseminación artificial humana en una persona, recogiendo su semen en una jeringa caliente para inyectarlo en la vagina de su mujer. La casualidad hizo que el día que se hizo la mujer se encontraba ovulando y el experimento resultó ser un éxito.

En 1884, William Pancoast en el Jefferson Medial College de Filadelfia conseguiría el primer caso confirmado de inseminación artificial de donante, ante  una audiencia de estudiantes de medicina, una señora previamente anestesiada y cuyo marido fue diagnosticado de azoospermia, sería inseminada usando el semen del miembro más guapo de la clase.

El Dr. Pancoast supuestamente se dirigió a su círculo de seis estudiantes de medicina, y se acordó que uno de ellos debía servir como donante de esperma. Con el pretexto de realizar algún otro tratamiento en la mujer, el médico entonces cloroformó a la mujer y artificialmente se inseminó con el esperma del estudiante de medicina considerado como  “el de mejor aspecto.” Nueve meses después nació un bebé. La madre nunca le dijo a su marido lo que había sucedido, aunque el médico supuestamente lo hizo. Sólo en 1909, después de la muerte del Dr. Pancoast, uno de los estudiantes de medicina que habían estado presentes reveló la historia.espermatozoide y ovulo

En las primeras décadas del siglo XX se desarrollaría la endocrinología reproductiva, algo fundamental en los logros posteriores. Los espermatozoides se contaron y valoraron su morfología y movilidad,  se comenzó a estimular e inducir la ovulación y en 1944 el equipo de John Rock en Harvard daría a conocer la revolucionaria técnica de fecundación in vitro (FIV). Pasarían 34 años hasta que naciera mediante ella Louise Brown y desde que sucediera este hito histórico de la medicina los avances en este campo han hecho realidad el sueño de tantas parejas.

En 1984 nacería en California un niño concebido con un óvulo donado, y en Australia, una mujer daría a luz a un bebé procedente de un embrión congelado. En 1986 se publicaría el primer nacimiento obtenido tras la congelación-descongelación de ovocitos humanos y posterior FIV-TE (transferencia embrionaria) y en 1992 el azar quiso que un accidente de laboratorio introdujera un espermatozoide en el citoplasma de un óvulo comprobando que mantenía su capacidad reproductiva sin lesionarse el oocito en contra de lo que se pensaba hasta entonces, desarrollando Devroey una novedosa técnica conocida como ICSI (microinyección intracitoplasmática de espermatozoides) publicada en la prestigiosa revista Lancet que se ha convertido en el método de elección  para tratar la esterilidad del hombre en casos severos.

Sería fácil pensar que hemos llegado muy lejos en el tratamiento de la infertilidad pero no es así sino que la investigación no se detiene. El diagnóstico genético preimplantacional desarrollado a partir de 1990 abre la posibilidad real ya de determinar el sexo de los embriones con riesgo de padecer enfermedades ligadas al sexo, o la vitrificación de óvulos, que permite a una mujer con un cáncer que debe someterse a un tratamiento de quimioterapia o radioterapia pueda congelar sus propios óvulos antes del mismo permitiendo que una vez superada su enfermedad pueda ser madre.

La infertilidad siempre ha estado presente desde los inicios de la humanidad siendo uno de los problemas más grandes a los que se enfrentaban las sociedades, despertando a su vez gran interés tanto en la práctica médica como en el plano ético y filosófico. Ante su diagnóstico es grande la frustración que genera en la pareja. Las técnicas de FIV han permitido el nacimiento de más de 5 millones recién nacidos y es de prever que esta cifra se quede muy corta en el futuro. La técnica ha multiplicado por tres la tasa de éxito, lográndose una tasa de embarazo de hasta el 60%. En la actualidad se ha normalizado la aceptación de estas técnicas, apareciendo nuevos modelos de familias con un impacto social que en los próximos años hará cambiar las estructuras sociales tal como las conocíamos hasta hoy, y es que ya lo dijo Harvey “ex ovo omnia” (todo proviene del huevo).

Para saber más: 
Medical Service Ishtar-Barcelona
El hombre que (casi) acabó con la infertilidad masculina